En 2011, el hombre más rico del mundo no pagó un solo dólar en impuestos federales: con una fortuna de 18.000 millones de dólares, Jeff Bezos reclamó una desgravación de 4.000 dólares por sus hijos. Y la consiguió. En 2018, el segundo hombre más rico del mundo, Elon Musk, pagó cero dólares en impuestos federales. Y entre 2014 y 2018, el decano mundial de los financieros, Warren Buffett, pagó en impuestos federales el 0,98% de los 24.000 milones que acumulaba.
Y no hubo justicia divina que hiciera llover fuego y azufre del cielo. El miércoles pasado [9 de junio], el FBI y el Internal Revenue Service (IRS), la Hacienda norteamericana, lanzaron sendas investigaciones sobre la sensacional filtración de datos fiscales publicada por la revista digital ProPublica: 15 años de declaraciones de la renta de los 25 hombres más ricos del país, que muestran todo lo que han acumulado y lo poco o nada que han pagado.
ProPublica no es una pequeña organización benéfica dirigida por idealistas. Se trata de una publicación digital dura de pelar que ha ganado cuatro premios Pulitzer en la última década, editada desde 2007 por una entidad sin ánimo de lucro creada por Herbert and Marion Sandlers, marido y mujer de Nueva York, que vendieron el banco que poseían y crearon su innovadora redacción allá por 2007.
ProPublica no reveló su fuente, declarando tan solo que “recibió una recopilación de datos sin procesar”. Pero su prestigio, así como el meticuloso trabajo realizado con los datos durante meses, ha llevado a cualquier otro medio global de noticias a tomar los datos al pie de la letra.
La Casa Blanca declaró que la publicación de los datos fiscales era “ilegal”, mientras el resto del mundo leía los documentos con asombro. En los cuatro años de 2014 a 2018, los 25 mayores multimillonarios norteamericanos vieron incrementarse sus fortunas en 401.000 millones de dólares, y durante ese periodo pagaron 13.600 millones de dólares en impuestos federales.
¿Parece una cifra grande? Es una broma: una tasa del 3,4%. Menos de una cuarta parte de la tasa impositiva media pagada por las familias norteamericanas, que ganan en torno a 65.000 dólares al año y pagan un 14 % en impuestos. Y es todo legal. La exclusiva de las declaraciones de la renta de ProPublica llega en un momento sensible, cuando el nuevo presidente electo, Biden, está hablando de subir los impuestos a los ricos. Pero Biden quiere subir la tasa impositiva a las grandes fortunas del 37% al 39%. El problema es que los poseedores de grandes fortunas no están pagando un 37%, o un 3,7% siquiera. Están pagando solo un 3,4%…es decir, si es que pagan algo. Porque lo que hace furor entre los derrochadores de Norteamérica es no pagar nada en absoluto.
Jeff Bezos (Amazon) no pagó nada en absoluto ni en 2007 ni en 2011, y en 2021, después de bloquear la sindicación de sus empleados, Amazon está solicitando fondos públicos. Elon Musk (Tesla) no pagó nada en 2018. En cuatro años, el gran maestro de los especuladores, Warren Buffett (Berkshire Hathaway), pagó un 0,98%. George Soros no pagó nada en impuestos en 2016, 2017 y 2018.
El antiguo alcalde de la ciudad de Nueva York, Michael Bloomberg (Bloomberg LP Group) pagó 1,30% en impuestos de los 10.000 millones que ganó en 2018. Todavía hay más datos por revelar, promete ProPublica. A finales de 2018, los 25 multimillonarios bajo la lupa valen todos juntos 1.1 billones de dólares. Su riqueza es equivalente a la del conjunto de 14,3 millones de norteamericanos corrientes.
El desmantelamiento de los sistemas fiscales “keynesianos” que tuvo lugar en los años 80 y 90, y la noción de que los mercados serían más eficientes que los estados en la redistribución de recursos, ha llevado a este extraordinario resultado. El problema es que el IRS, que tiene 80.000 empleados, sigue persiguiendo la renta y deja la riqueza sin tocar.
Pero esta riqueza es la que otorga a los superricos su renta. No se ha descubierto un solo delito entre los indignantes de datos de ProPublica, sólo el resultado de décadas de leyes fiscales favorables a la opulencia. En abril, los economistas Emmanuel Saez y Gabriel Zucman calcularon e hicieron público el hecho de que la inmensa riqueza de Norteamérica libre de impuestos se estimaba en un total de 2,7 billones de dólares. Y una vez más, tampoco hubo ni fuego ni azufre que cayeran de los cielos.
Anteriormente, el pasado abril, la revista Forbes, nada menos, analizó 55 empresas norteamericanas de envergadura que no habían pagado un solo dólar en impuestos federales el año anterior, gracias a la ley de recorte de impuestos ratificada por Donald Trump. Entre ellas se contaba la élite del país: Nike, FedEx, el gigante alimentario Archer Daniels Midlands, el gigante de la television por cable Dish Network, el gigante del “software” Salesforce, etc. Allá por 2003, cuando George W. Bush aprobó los primeros recortes de impuestos a los ricos, fue el mismo Warren Buffett — por aquel entonces con unos briosos 73 años de edad — el que se manifesto contrario a esas medidas, escribió un feroz editorial en el Washington Post contra los “impuestos vudú” y pidió que se subieran las tasas impositivas a los ricos. Il manifesto fue el único diario de Europa que reprodujo ese artículo. Pero no pasó nada. Y el viejo Warren se hartó y acabó aprovechándose de los recortes de impuestos: se lo dejará todo a causas benéficas cuando se muera, afirma.
Y aquí es donde encontramos otro problema: aparte de unos pocos politicos progresistas, los únicos que de verdad luchan por gravar fiscalmente a los ricos son otras personas ricas. Especialmente activo se muestra el grupo de los Millonarios Patrióticos, un grupo de gente enormemente opulenta fundado por Morris Pearl, antiguo ejecutivo del gigantesco fondo BlackRock (el mayor inversor privado del mundo), y la abogada de empresa Erica Payne. Pearl y Payne escribieron Tax the Rich [Impuestos a los ricos], una verdadera biblia de todos los trucos que emplean los opulentos para eludir a los recaudadores de impuestos. Por ejemplo, sacar enormes préstamos asegurados por las acciones que poseen, y gastar e invertir esos fondos (libres de impuestos), mientras se mantiene el principal a salvo; organizar campañas benéficas cuyo principal beneficiario es el organizador, o invertir en obras de arte cuyo valor aumenta o decrece basándose en criterios fantasiosos.
Los Millonarios Patrióticos — hace falta disponer de 1 millón de dólares en efectivo para poder sumarse al grupo —difunden el conocimiento del libro, organizan actos, presionan a los medios y a los politicos y ponen por doquier carteles con los rostros de Bezos o de Musk y la frase: “Tax me if you can” [“Hazme pagar impuestos, si es que puedes”]. Su propuesta estrella es la “regla Buffett”, esa misma propuesta de impuestos más elevados que había pedido el viejo megamultimillonario Warren…y que nunca se aplicó a si mismo.
Porque una cosa es innegable: los impuestos sobre la renta son fáciles, pero los impuestos a la riqueza son, en términos técnicos, una pesadilla. La Hacienda norteamericana hace mucho que tiró la toalla. Pero hay que porfiar, antes de que llegue un levantamiento popular global y obligue a los superricos a huir a las remotas islas en las que han almacenado su dinero.
Roberto Zanini es el Jefe de Redacción del diario italiano IL MANIFESTO; periodista especializado en información del conjunto de las Américas.