La nueva derecha y las tentaciones del autoritarismo | por Alejandro Iuliani

Opinión

Transitamos una época donde las certezas de antaño se desvanecen y el poder político se reconfigura. En lugar de las instituciones tradicionales, el poder se desplaza hacia redes digitales y burbujas en línea. En su momento, este nuevo escenario permitió el nacimiento de movimientos sociales que luchan contra el cambio climático, la violencia de género y el racismo. Pero también permitió el surgimiento de comunidades en línea que abrazan ideologías de derecha, de extrema derecha e incluso el fascismo.

El ascenso de la Nueva Derecha también está desafiando el espacio político conservador, que en su forma clásica -surgida en los siglos XVIII y XIX-, defendía la preservación del orden existente y se oponía al liberalismo ilustrado y al socialismo revolucionario, promoviendo la armonía de clases y la defensa de la propiedad privada. Sin embargo, el pensamiento conservador también contenía un elemento irracional: la fe religiosa, que se situaba por encima de la razón.

En el siglo XX asistimos al nacimiento del fascismo y el nazismo, movimientos antidemocráticos y militaristas que, a diferencia de los conservadores, buscaban transformar la sociedad de manera radical. Es cierto que compartían algunos enemigos comunes, como el socialismo, pero con una relación siempre precaria.

Mientras los conservadores buscan mantener el statu quo, la Nueva Derecha aspira a un cambio profundo basado en un pasado mistificado. Esta tendencia se refleja en Argentina con el ascenso de Javier Milei, quien ha capturado la imaginación de muchos con su retórica de devolver a nuestro país su “antigua gloria” o que “volvamos a ser una potencia mundial”. Milei, con su estilo provocador y su rechazo a las normas políticas tradicionales, se convirtió en un símbolo de esta Nueva Derecha, que desafía las estructuras establecidas y promueve una visión polarizadora de la política.

La batalla cultural y la construcción de enemigos

La Nueva Derecha buscó primero ganar aceptación social antes de acceder al poder formal. Se trata de dar primero la lucha por la soberanía interpretativa, estableciendo una hegemonía cultural a partir del discurso público. Con el tiempo, esta estrategia se trasladó al ámbito digital, donde memes, videos e imágenes se convirtieron en herramientas poderosas para influir en la opinión pública.

Los eventos de 2015 y 2016, como las manifestaciones contra los refugiados en Europa, el Brexit y la victoria de Donald Trump, señalaron un punto de inflexión. Los movimientos de extrema derecha aprovecharon las redes sociales para difundir sus mensajes, estableciendo temas de conversación y viralizando memes que resonaron en grandes audiencias.

Su estrategia se basa en la polarización y en la figura de un líder carismático, que no actúa como político profesional, sino como un mártir o una víctima de un sistema corrupto. Este líder utiliza un lenguaje absoluto y provocador, rompiendo con las normas tradicionales de la política. Milei ha adoptado esta táctica, presentándose a sí mismo como un outsider que lucha contra un sistema corrupto, ganando adeptos que ven en él una esperanza de cambio radical.

Los representantes de la oposición dejan de ser adversarios políticos y se convierten en enemigos a los cuales hay que eliminar. Un esquema donde se habilita la utilización del insulto y las agresiones sin fundamento en las redes. Incluso por parte de los propios políticos de esta Nueva Derecha, que rompen de ese modo con la imagen de un político profesional. Utilizan un lenguaje absoluto, definitivo, megalómano y repleto de superlativos.

A diferencia de los conservadores, que buscan preservar la sociedad, la Nueva Derecha aspira a una rápida transformación, con una narrativa dinámica y agresiva, alimentada por la polarización y la construcción de enemigos internos y externos. La política se convierte en una batalla cultural, una guerra entre el bien y el mal, donde no hay espacio para el compromiso.

Estas premisas son acompañadas por una parte de la burguesía, que suele abandonar la idea de solidaridad social y sustituirla por una ideología de la dureza que se articula mediante el fetiche de la responsabilidad personal, el mérito, la eficiencia, el rendimiento y la utilidad, en el marco de una lógica economicista que deriva en un desprecio por los grupos más débiles. Cuando estas ideas comienzan a prevalecer en la sociedad, suele faltar el sentido de justicia, de solidaridad y de equidad, que precisamente no se vinculan ni con la eficacia ni con la utilidad. Expresan un autoritarismo seguro de sí mismo y consciente del poder que ejercen con gran influencia en el clima social, a través de instituciones, redes sociales y medios de comunicación.

Democracia, solidaridad y respeto por la verdad

La realidad paralela que construyen los líderes de la Nueva Derecha ofrece soluciones a problemas que ellos mismos crean. En este contexto, los seguidores no son simples votantes, sino fanáticos incondicionales que ven al líder como la única fuente de verdad. Esta dinámica erosiona las normas democráticas y refuerza una visión maniquea del mundo.

Por eso, el desafío que enfrenta la sociedad no es solo político, sino también cultural y mediático, donde la sobreabundancia de información y escándalos dificulta discernir la verdad. Al mismo tiempo, los medios críticos y la oposición se enfrentan a una estrategia de provocaciones y mentiras que quedan impunes.

En todo el mundo, los líderes de la Nueva Derecha son síntomas de una debilidad en los sectores liberales y progresistas. En lugar de debatir y negociar, estos líderes actúan, ofreciendo respuestas sencillas a problemas complejos y culpando a fuerzas oscuras cuando sus promesas no se cumplen.

Para enfrentar este fenómeno, es crucial reconocer la importancia de la democracia, la solidaridad y el respeto por la verdad. Solo así podrá construirse una sociedad más justa y equitativa, capaz de resistir las tentaciones del autoritarismo y la polarización.

Alejandro Iuliani es periodista, actor y director teatral; editor del diario digital El Tigre de Papel y director de Radio X, de Villa Constitución (Santa Fe), perteneciente a Cadena Regional.