El cierre sin gloria de la “cumbre” de la CELAC dividida y paralizada | por Marcelo Ramal

Opinión

La pomposa declaración de ¡100 puntos! aprobada por la Celac en su jornada de cierre no pudo disimular la crisis política vertebral que atraviesa al continente, en el marco de una guerra internacional y del agravamiento de todos los antagonismos imperialistas.

Uno de los mayores desaciertos de esa declaración final es caracterizar al continente como “Tierra de Paz”, una afirmación que pretende oponer a América Latina al escenario de la guerra, para postularla, enseguida, como reservorio de alimentos, minerales o energía (otra de los puntos de la ´declaración´). Los mandatarios omitieron, así, la monumental puja desatada en el continente en torno del acaparamiento de esos recursos naturales. Esa pelea, extremamente agravada por la guerra, enfrenta todo el tiempo a los intereses de Estados Unidos con los de China en el continente. En México, López Obrador ensaya un equilibrio imposible entre la articulación de México con el Norte, por un lado, y las relaciones tejidas con el gigante de Asia, del otro. En la misma línea, el derechista Lacalle Pou se quejó del carácter “ideológico” de la Cumbre, tal vez para justificarse él mismo por los acuerdos que anuda su gobierno con la ´comunista´ China.

Los mandatarios fingieron ignorar ese escenario convulsivo, que conduce a golpes y crisis políticas recurrentes, para reivindicar en cambio el principio estéril de la ´no intervención´ entre países y de unos poderes del Estado sobre otros, justamente en momentos en que se han barrido todas esas fronteras. Para demostrarlo, estuvo la propia Cumbre y su anfitrión: Fernández no pudo asegurar que la visita de Maduro no culminara en una detención del venezolano ordenada por la justicia argentina, lo que hubiera devenido en una crisis internacional mayúscula. La declaración final saluda al “proceso de diálogo y negociación” entre el gobierno de Maduro y la Plataforma Unitaria (oposición) venezolana. Ese saludo diplomático omite, por un lado, la extorsión económica del imperialismo sobre el país bolivariano y, del otro, el papel regimentador y represor del chavismo en descomposición sobre la clase obrera de su país.

El documento reclama “el levantamiento del bloqueo a Cuba”, una petición largamente reiterada y fracasada por parte de las burguesías continentales que comenzaron a reunirse en los años 80 para promover la “integración” de la isla al régimen económico y político del continente. Para los gobiernos de la región, esa asimilación representó siempre una vía de neutralización de la revolución cubana; hoy, se trata de borrar todo vestigio de aquella experiencia para atenazar a las masas a un nacionalismo continental que, en cualquier caso, se encuentra en completa crisis. La fase “dorada” del ascenso de los precios de las materias primas ha culminado hace rato: lo que domina el escenario continental es el peso monumental de las deudas externas, que condiciona a la región en su conjunto. Sobre este punto, el documento final sólo presentó una súplica, en favor de un rescate financiero internacional.

El documento final optó por la diplomacia y la impostura para referirse a la degradación social del continente. Pide una “migración segura, ordenada y regular,“ como si ello pudiera serle exigido a la masa pauperizada de Centroamérica que hoy protagoniza esa gran crisis humanitaria. El planteo de “orden y regularidad”, en cambio, suena como un traje a la medida de las pretensiones de Biden, que deporta al 70% de los migrantes con diversos bloqueos burocráticos. El documento se pronuncia “contra la precarización laboral que viven los jóvenes”, una forma de presentar a la degradación del trabajo como un “problema” de la nueva generación, en un continente donde la precarización ha avanzado a través de ´reformas laborales´ (Bolsonaro) y, alternativamente, de la liquidación de los convenios y de la llamada ´economía popular´, como ocurre en Argentina.

En medio de la brutal represión en Perú, la cumbre se guardó de cualquier reproche o censura al gobierno de Boluarte. Según la prensa, la cuestión fue debatida entre bastidores y el reclamo por la libertad de Castillo fue abandonado a partir del rechazo de Lula y la diplomacia brasileña. La Cumbre, así, aseguró su silencio y connivencia para con la represión en Perú.

La Celac fue una gran operación de encubrimiento de la crisis continental. Su propio desarrollo, sin embargo, no pudo evitar del todo convertirla en un escenario -deformado- de esa crisis.


Marcelo Ramal es economista, profesor universitario y ex legislador de la Ciudad de Buenos Aires por el Frente de Izquierda (FIT).

Artículo publicado originalmente en Política Obrera.