Un reciente informe de la CEPAL y la OIT señala que los principales indicadores laborales registraron mejoras en América Latina, pero advierte que la recuperación del empleo fue lenta, incompleta y desigual. Mariana Bouvier, licenciada en Higiene y Seguridad en el Trabajo, titular de la consultora Preven100, analiza los datos aportados por dichos organismos de las Naciones Unidas.
La consultora Preven100, de Salud y Seguridad Laboral, informó que la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) y la Organización Internacional del Trabajo (OIT) dieron a conocer este viernes un nuevo informe conjunto en el cual señalan que, en un contexto en que las economías de la región crecieron en 2021 un 6,6%, los principales indicadores laborales de la región también registraron mejoras, entre las que se destacan el crecimiento del empleo y de la tasa de participación laboral, y el descenso de la tasa de desocupación. Sin embargo, la recuperación del empleo ha sido lenta, incompleta y desigual.
Según explicó la licenciada Mariana Bouvier, titular de Preven100, en la publicación conjunta Coyuntura Laboral en América Latina y el Caribe. Los salarios reales durante la pandemia: evolución y desafíos , ambos organismos de las Naciones Unidas indican que debe destacarse el retraso de la recuperación de los niveles de empleo anteriores a la pandemia en comparación con la recuperación de la actividad económica en los países. A fines de 2021 varios de los países habían recuperado su nivel de PIB anterior a la crisis, mientras que los niveles de empleo, en muchos casos, aún estaban por debajo.
Como ha ocurrido en otras situaciones de crisis, la dinámica entre el empleo y la actividad económica desempeña un papel fundamental a la hora de implementar mejores y más oportunas políticas laborales, por lo que los posibles rezagos del empleo sugieren la necesidad de reforzar los instrumentos que faciliten la reincorporación de las personas al mercado laboral, señala el documento.
Según el informe, después de la histórica contracción que registró el número de ocupados en la región durante 2020 (8,2%), en 2021 se produjo una importante recuperación de ese indicador, que fue del 6,8% entre el cuarto trimestre del año y el mismo período de 2020. Sin embargo, pese al considerable aumento del empleo a lo largo del año, solo a partir del cuarto trimestre de 2021 el número de ocupados en la región alcanzó el nivel registrado al cierre de 2019.
Por otro lado, las brechas laborales entre hombres y mujeres se profundizaron en 2021. En este sentido, CEPAL y OIT ponen en evidencia que la recuperación de los mercados laborales también ha sido desigual, en perjuicio de las mujeres; si bien se ha registrado una mejora del empleo y de la participación tanto de los hombres como de las mujeres, esta ha sido mayor en el primer caso que en el segundo. La crisis generada por la pandemia de enfermedad por coronavirus (COVID-19) afectó de manera más significativa el empleo femenino, registrándose un retroceso equivalente a más de 18 años en los niveles de la tasa de participación de las mujeres. La lenta recuperación de las actividades que concentran el empleo femenino y el mayor peso que recae sobre las mujeres en las tareas de cuidado de enfermos, niños y personas mayores, contribuyen a explicar esta marcada diferencia en la dinámica de la tasa global de participación.
En la segunda parte del informe Coyuntura Laboral en América Latina y el Caribe N⁰ 26 , CEPAL y OIT plantean que la crisis sanitaria producto del COVID-19 tuvo efectos importantes en la evolución de los salarios en la región. Por un lado, el impacto de la evolución reciente de la inflación se ha observado con mayor claridad en los salarios mínimos reales, cuya capacidad de compra disminuyó en 2021. Por otro lado, también se destaca que los salarios reales promedio de la región en 2021 estuvieron un 6,8% por debajo de los niveles anteriores a la pandemia, más rezagados respecto de esos niveles que la actividad económica y que el empleo. Esto incluso podría agravarse en 2022, un período para el que se prevén aumentos aún mayores de la inflación.
“Se vuelve fundamental la activación de instrumentos institucionalizados, como la negociación colectiva y la determinación de los salarios mínimos, para que a nivel de las unidades productivas y las ramas de actividad se discutan ajustes salariales que permitan responder a las necesidades de los trabajadores y las empresas”, señalan Mario Cimoi, Secretario Ejecutivo Interino de la CEPAL, y Claudia Coenjaerts, Directora Regional Interina de la OIT para América Latina y el Caribe, en el prólogo del documento.
Agregan que las políticas que faciliten la inserción de las personas asalariadas —como los subsidios a la contratación— que estén orientadas a los grupos más vulnerables no solo contribuirán a la recuperación más acelerada de la ocupación de estos colectivos, sino que además favorecerán condiciones salariales que no impliquen una precarización respecto de los niveles prepandemia.
Según el documento, para 2022 se espera una desaceleración del ritmo de creación de empleo, al mismo tiempo que se prevé que los avances en el proceso de vacunación, las menores restricciones a la movilidad y la reapertura de las escuelas impulsarán una recuperación de los niveles de participación, en especial de la femenina. No obstante, la acción conjunta de una mayor participación laboral y un bajo ritmo de creación de empleos podría impulsar un alza de la tasa de desocupación durante el año.
De acuerdo con CEPAL y OIT, en un contexto en que todavía hay margen para la recuperación de la ocupación hasta los niveles prepandemia, es clave la posibilidad de realizar ajustes nominales de los salarios mínimos que compensen las pérdidas provocadas por el aumento de la inflación. En ese sentido, la reactivación de los mecanismos de diálogo entre gobiernos, trabajadores y empleadores para fijar los ajustes de los salarios mínimos tiene un gran potencial a la hora de conciliar las necesidades de los actores laborales. Ello serviría para aplicar los incrementos del salario mínimo que permitan compensar el aumento de la inflación, considerando también su impacto tanto en los costos de producción —sobre todo de las microempresas y pequeñas y medianas empresas (mipymes)— como en la generación y recuperación del empleo.
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