Former Argentine President Cristina Fernandez de Kirchner waves as she leaves the Federal Justice building in Buenos Aires, Argentina September 18, 2018. REUTERS/Marcos Brindicci – RC1B2EE9C500

En el futuro hay tres grandes senderos | por Gabriel Fernández

Opinión

El pronunciamiento económico del pueblo argentino a través del voto ha impulsado vientos intensos que pueden refrescar la estancada vida política nacional. De hecho, en las últimas 24 horas, ese soplido movió el follaje de algunos árboles que habían atravesado el invierno sin notarlo mientras el resto del paisaje padecía un frío penetrante.

Cuando los tiempos urgen definiciones sobre el rumbo, el peronismo no admite una variedad de poderes equilibrados sino que se exige el emerger de un poder orientador. Esto no es una calificación sino una descripción. Ya ha ocurrido y es preciso situar las renuncias y el ya célebre audio, en esa dirección.

Néstor Kirchner dejó atrás a su generador original, Eduardo Alberto Duhalde, en la provincia de Buenos Aires. Luego, Cristina Fernández de Kirchner hizo lo propio con Hugo Moyano cuando el camionero pasó de respaldo movilizador a aspirante a la presidencia. Más tarde, entronizó sin PASO a Daniel Scioli y atenuó el apoyo en las elecciones.

El tango apunta “la vida es así, qué le vas a hacer”. Tras la derrota del domingo reciente, la ex presidenta y actual vice dispuso la dimisión de los funcionarios que conduce, la crítica al programa económico gubernamental y (no se preocupó por) la difusión de audios y opiniones negativas sobre el actual jefe del Poder Ejecutivo.

El debilitamiento (interno) del ya debilitado (a nivel general) Alberto Fernández resulta ostensible y tiene el objetivo de re situar el poder político en manos de CFK.

El presidente, horas atrás, en vez de hablar al país y formular profundos anuncios económico sociales como los que la población exige, envió un twitt sin más definiciones que asegurar la continuidad de su gestión. Al mismo tiempo rechazó una movilización social que deseaba respaldarlo y exigirle soluciones.

Es decir, sostuvo el tono neutro que puede devaluar algunos logros importantes, mal presentados públicamente y raspados por el alza de precios político económico desatado por las corporaciones que, con lucidez, no quieren ningún gobierno nacional popular; bueno o malo.

A partir de ahora se abren tres grandes senderos: se replantea la coalición Frente de Todos en el gobierno en base a la orientación económica indicada por CFK, se retira de la primera magistratura AF para dar paso a su relevo institucional o continúa esta presidencia sin el apoyo del kirchnerismo en su seno. Puede haber algunos matices entre las opciones, pero en trazo grueso, ahí está el futuro.

El segundo punto planteado no es sencillo, pues la eventual nueva instancia gubernativa –también derrotada en los comicios debido a la baja performance en el distrito bonaerense-, no podrá ejercer por dos años sin un llamado a elecciones que le permita aquilatar el poder necesario para adoptar rumbos imprescindibles destinados a mejorar la realidad nacional con celeridad.

El voto popular, que no se volcó sobre Juntos por el Cambio –sostuvo su caudal- sino que castigó la inacción económico social del Frente de Todos –redujo el volumen en seis millones de sufragios-, agitó la vida política y desmembró acuerdos que venían exigiendo definiciones. Peronismo o desarrollismo. La variante liberal no está en la baraja masiva.

Esperamos que estas líneas sean observadas en profundidad y no como una adjetivación sobre comportamientos individuales. La política tiene su lógica y sus tiempos. En ocasiones, a los protagonistas no les queda otra alternativa que tomarlas en cuenta y actuar en consecuencia.


Gabriel Fernández es periodista de Radio Gráfica y director de La Señal Medios.