Según el Indec, acumuló 13% en el primer trimestre y 42,6% en el último año. El registro complica las chances de que el Gobierno pueda cumplir con su meta anual de 29%. Los alimentos subieron un 4,6% y siguen entre las categorías que más aumentan.
Tal como anticipó ayer desde Italia el ministro de Economía, Martín Guzmán, la inflación de marzo fue la más alta en lo que va de 2021. Y no sólo eso: según el reporte publicado este jueves por el Indec marcó 4,8%, el dato más elevado desde septiembre de 2019, cuando se disparó a 5,9% tras el salto del dólar que vino luego de las elecciones primarias. Una vez más, se registró una fuerte suba del precio de los alimentos, pero también influyeron las alzas en educación e indumentaria.
El dato publicado generó “shock” entre los consultores, dado que está casi un punto porcentual por encima de la estimación del mercado, que en el último informe de relevamiento de expectativas del Banco Central anticipó una inflación de 3,9% para marzo y de 46% para el año.
La meta que el ministro trazó en el presupuesto 2021, de una inflación en torno al 29%, parece una misión imposible más allá de la batería de medidas que formalizó esta tarde el Gobierno para contenerla. Con los datos publicados hoy por el organismo estadístico se cuenta el sexto mes consecutivo en que la inflación minorista se ubica por encima del 3% y el primer trimestre del año cierra con un acumulado de 13%. Se debería conseguir un porcentaje no superior al 1,5% mensual el resto del año para estar en línea con las proyecciones oficiales.
“Es un número terrible, es un muy mal dato. Si todos los meses tuviéramos esta inflación daría 75% anual”, señaló Matías Rajnerman, economista jefe de Ecolatina. “Que la categoría alimentos y bebidas esté por debajo del nivel general suele ser una buena noticia, pero esta vez no porque el 4,6% es de todos modos altísimo y da un acumulado de 14% en el primer trimestre”, puntualizó.
Por otro lado, destacó que a diferencia de lo que ocurrió en septiembre de 2019, cuando la inflación escaló a 5,9%, en este momento no hay un salto cambiario que explique la dinámica y cada categoría sube por motivos distintos, lo que vuelve más compleja la tarea de bajarla.
“El mal dato de inflación de marzo, al que seguramente se le sumará un registro mensual en torno a 3,5% en abril, deja de manifiesto que atrasar el tipo de cambio real no es suficiente para contener la inflación en el escenario actual”, evaluó Lorena Giorgio, economista principal de Econviews. “La inercia inflacionaria, en especial en alimentos, se mantiene muy elevada. La inflación que estamos viendo en el primer cuatrimestre se debe más bien al destape de una inflación contenida que se arrastra desde el año pasado”, añadió.
Según precisó, muchos de los rubros que pudieron retomar su actividad en los últimos meses, en especial en el sector de servicios e indumentaria, ajustaron con fuerza precios que venían congelados desde el comienzo de la cuarentena. Además, varios gremios activaron cláusulas de revisión de paritarias, a la vez que la actividad y el consumo recuperó gran parte de la dinámica perdida.
Según anticipó Giorgio, la inflación de abril va a volver a estar empujada por el precio de los alimentos. Los 670 ítems incluidos dentro del programa Precios Cuidados se ajustaron hace pocos días 4,8% en promedio e impactarán también sobre productos de otras marcas que los toman como referencia. La analista opinó que si bien las nuevas restricciones a la circulación anunciadas ayer podrían contribuir a moderar un poco el dato de este mes y del próximo, muy difícilmente se logre torcer la tendencia que indica que la inflación acumulada en todo el año se ubicará por encima del 40%.
De acuerdo con el informe difundido, la división con mayor aumento en el mes fue Educación (28,5%), en virtud de las variaciones observadas en los servicios educativos de todos los niveles, seguidos por prendas de vestir y calzado (10,8%). En la división Alimentos y bebidas no alcohólicas (4,6%), la de mayor incidencia en las canasta, afectaron principalmente las subas observadas en lácteos, aceites, carnes, verduras y pan, parcialmente compensadas por una baja en frutas.