La trama de la resistencia | por Victorio Paulón

Opinión

Todos los sectores que luchan y resisten están construyendo sus propias formas organizativas en plenarios, actos, asambleas que encausan la resistencia al asfixiante clima social que genera esta etapa neoliberal. La confluencia en las protestas de los trabajadores, frena al gobierno y marca el rumbo a la salida de la crisis.

El imprevisto aumento otorgado a los docentes bonaerenses, que nunca se dejaron llevar por las amenazas ni la provocación mediática de María Eugenia Vidal contra sus dirigentes y confrontaron con paciencia y constancia, es uno de los triunfos más importantes en la era Macri. Los maestros llevaron adelante un conflicto que perduró por dos años con paros y movilizaciones sin permitirle a la gobernadora consagrar la rebaja salarial que pretendía. Eso marca la diferencia con el colaboracionismo explícito de otros sindicalistas que no luchan ni quieren que otros lo hagan. Recuperar la pérdida salarial de 2018 y conseguir la cláusula gatillo para este año está marcando la presencia en la agenda del país real de un movimiento obrero que resiste con fuerza. Es en el contexto de una ola de despidos, cierres de fuentes de trabajo y precarizaciones que afectan al conjunto de los trabajadores y marca tendencia para los docentes de las otras provincias que aún siguen en conflicto.

En medio de una ola imparable de cierre de empresas, convocatorias de acreedores y procedimientos preventivos de crisis (PPC), el universo de la producción y el trabajo entró en una coyuntura vertiginosa donde nada sorprende a nadie. El gobierno tiene como única respuesta el sostenimiento del rumbo hasta chocar la calesita y la abstracta promesa de que al final del camino los argentinos encontraremos la felicidad. Sus apoyos son personajes como el ex presidente de la UIA, Héctor Méndez, quien definió al gobierno como “el peor equipo de los últimos 50 años” y agregó luego que pese a que está fundiendo su empresa, aun así, “ante la alternativa de un balotaje entre Macri y Cristina votaría a Macri”.

En Luján, la proveedora de Nike Tecnosport despidió a sus 120 empleados. La sorpresa la sufrieron los trabajadores que el día lunes se encontraron con la fábrica cerrada y sus respectivos despidos comunicados en un aviso pegado en el portón de la misma. La empresa del parque industrial de Villa Flandria había iniciado un plan de retiros voluntarios el año pasado al que se acogieron alrededor de 200 trabajadores y a los 120 restantes los despidió esta semana. La excusa hace referencia a la apertura de las importaciones y la devaluación permanente, sumada a la caída del consumo. Cinco mil suspensiones fueron anunciadas por Toyota en el golpeado cinturón de Zárate y se agregan al tendal automotriz, donde el secretario general del gremio, Ricardo Pignanelli, denunció 15.000 posibles despidos si no cambia radicalmente la política económica.

El jueves 4 tuvo lugar en la Plaza Once una concentración convocada por los gremios industriales encabezados por la UOM y el SMATA que finalizó en la 9 de Julio y Avenida de Mayo. Caminaron junto a las diversas cámaras de pequeños y medianos empresarios, incluido Guillermo Moretti, vicepresidente de la UIA. El diluvio que se desató sobre el centro porteño a la hora de la convocatoria retrasó el comienzo de la marcha. Y la cúpula cegetista, recorriendo su propio camino, hizo lo posible por tratar de finalizarla velozmente. En palabras de Héctor Daer, “la resolución de la crisis está en las elecciones de octubre”. La exigencia de los sectores sindicales más activos de que se continúe la confrontación con un paro nacional antes de fin de mes desvela a lo que queda del antiguo triunvirato. No hubo escenario, ni discursos y tampoco lectura de un documento. Los cegetistas residuales quisieron preservarse ante la posibilidad de que una atronadora consigna de “paro general” tapara la voz de quien tuviera en sus manos el micrófono. Daer y Carlos Acuña encabezaron su marcha, aunque enseguida emprendieron una rauda retirada junto a otros dirigentes del Consejo Directivo.

El cargo central de la movilización lo tuvieron los miembros del movimiento 21F encabezado por Camioneros, la Corriente Federal de Trabajadores, ambas CTA y los movimientos sociales más importantes, en “Defensa de la Producción Nacional y el Trabajo”. Desde la Plaza de los Dos Congresos la Corriente Sindical para el Proyecto Nacional (CSPN) marchó con sus dirigentes a la cabeza: al frente de los manifestantes estaban Pablo Moyano, Omar Plaini, Héctor Amichetti y Sergio Palazzo junto a las CTA en cabeza de Hugo Yasky, Roberto Baradel y Edgardo Llano. Luego de homenajear a Carlos Fuentealba y los caídos en Malvinas, los dirigentes de este sector anunciaron a los periodistas presentes su participación en un plenario de Regionales de la CGT para el jueves 11 en la sede del SMATA de la avenida Belgrano. Ahí se fijará la fecha del paro nacional a convocarse antes de fin de abril.

La importancia de esta jornada reside en la amplitud social de la convocatoria. Los empresarios nacionales, los sectores sindicales y los movimientos territoriales han repudiado públicamente y sin ambages el plan económico de Mauricio Macri. Como dato central todos exigen que el cambio de la política no se postergue. Octubre va a amanecer con un país mucho más endeudado, casi destruido, si no se cambia el rumbo. Paro no o paro es un debate estéril que no puede oscurecer la imperativa urgencia de que la presión popular le doble el brazo a los planes del gobierno. La historia reciente demuestra que solo quienes resisten con una estrategia apoyada en la lucha han logrado defender sus conquistas.

Este 4A es la continuidad de aquel 21F que puso de pie a la resistencia obrera y popular, aunque esta vez cuenta con una base social más amplia, que expresa al conjunto de los sectores afectados por la política de ajuste perpetuo impuesta por el FMI que el gobierno de Macri aplica con tanto entusiasmo. En aquella oportunidad se trató de una convocatoria hecha por los sindicatos más combativos de la CGT con el apoyo de la CTA y los movimientos sociales y esta vez estuvo acompañada por los gremios industriales de la CGT y la mayoría de las cámaras pymes, que de conjunto expresan los sectores del comercio y la industria victimizados por el modelo de especulación feroz y de dolarización de los negocios más concentrados que propone el neoliberalismo. En varias de las ciudades importantes del interior del país se repitieron las movilizaciones. Se destacó la CGT Rodríguez Peña en Córdoba con una nutrida marcha que culminó con discursos en la Plaza Agustín Tosco. En Rosario hubo un acto a la mañana y otro después del mediodía y entre ambos confluyeron la mayoría de los gremios locales.

Manolo Sueiro, secretario adjunto de la seccional Capital de los Trabajadores del Estado, fue al meollo de los problemas de la organización obrera al denunciar que “la dispersión de la convocatoria sigue siendo funcional al gobierno y beneficia a quienes no quieren luchar”. Lo dijo al frente de una bulliciosa y compacta columna de tres cuadras que movilizó a una porción importante de los estatales que buscarán imponer una paritaria a tono con lo reclamado por las bases en los plenarios del gremio.

Varios dirigentes reacios a la pelea tomaron posiciones a media tarde de la jornada del jueves. Tras comprobarse la extensión nacional de la movida, Carlos Acuña no descartó su participación en una medida de fuerza, lo que permite inferir que decidió “ablandar” su tradicional posición. Héctor Daer se expresó en el mismo sentido con respecto a la posibilidad de un paro contra el gobierno. Roberto Fernández, (UTA) adelantó su predisposición a acompañar la convocatoria con el poder de fuego del transporte de colectivos. Con la debilidad del macrismo al desnudo, el debate en Diputados expuso la endeblez del oficialismo. Según denunció Graciela Caamaño (FR) hacía largo tiempo que la Cámara de Diputados no funcionaba (“cobramos y no hacemos un carajo”, le dijo al presidente del cuerpo Emilio Monzó), y no sorprendió que esta vez sí hubiera quórum para tratar decenas de necesarios proyectos de ley destinados a frenar las tarifas y aliviar el drama de los bajos haberes de los jubilados.

Los 47 despidos del laboratorio Craveri generaron la protesta de los trabajadores de las tres plantas de la firma y en medio de la revuelta fueron detenidos los delegados de la Comisión Interna del personal agremiado en Sanidad, que fueron trasladados en patrulleros y forzados a declarar en la fiscalía acusados de delitos inexistentes. La firma ofrece el 50 por ciento de indemnización, pese a que no se llegó a un acuerdo con el gremio por el PPC que pidió la empresa. Las detenciones, a pedido de la patronal, se dan y no por casualidad en el marco de la generalizada cacería que incluye artistas, ciclistas y artesanos, todos sospechosos en el accionar de la seguridad, que se entretuvo para desviar el eje de la gran manifestación al finalizar la marcha al detener a una compañera mayor referente de un comedor de La Matanza mientras custodiaba bolsos de manifestantes frente a Desarrollo Social y le colocó precintos a manera de esposas para encausarla por “resistencia a la autoridad”. En la ciudad de La Plata se reactivó el juicio contra los trabajadores de la línea Este, razón por la que fueron detenidos el jueves tres compañeros activistas de la lucha por elegir delegados en contra de la burocracia patronal de la UTA platense, por el delito de protestar contra el desalojo violento de la terminal por la policía, sucedido el 16 de marzo de 2016, y detener ómnibus en la Plaza San Martín de esa ciudad. Sin casualidades a la vista, las detenciones conforman un edicto aleccionador del intendente y la gobernadora para quienes lleven adelante las protestas sociales que se vienen y se avizora un salto de calidad en la represión.

El acto del jueves tuvo mucho de catarsis colectiva y las intenciones de quienes se disputan la conducción se bifurcan a la hora de darle un sentido trascendente. El gobierno pretende utilizarlo para satanizar a la dirigencia sindical y las organizaciones piqueteras y montar un escenario mediático para quienes opinan ante el televisor sobre la miseria de las masas y su propia incapacidad. La dirigencia sindical conciliadora pretende usarlo para brindar una válvula de salida a la desesperación de los trabajadores por la caída de su nivel de vida. Los empresarios pyme buscan reforzar un frente popular para recomponer el mercado interno que provea compradores a sus productos.

Todos los sectores que luchan y resisten están construyendo sus propias formas organizativas en plenarios, actos, asambleas que encausan la resistencia al asfixiante clima social que genera esta etapa neoliberal. Las mujeres del “Ni Una Menos” y de la Campaña por el aborto legal, los movimientos sociales y su reclamo de emergencia alimentaria, los sindicatos que resisten los despidos y luchan por mantener el salario en las paritarias, los campesinos e indígenas que pelean por su derecho a la tierra y el valor de sus productos, están generando un entramado de resistencia que frena el intento de avance del gobierno y pueden marcar el rumbo a la salida de la crisis.

Victorio Paulón. Dirigente histórico de la UOM de Villa Constitución. Protagonista de la gran huelga de 1975 en esa seccional. Miembro del consejo directivo nacional de la CTA de los Trabajadores. (Artículo originalmente publicado en El Cohete a la Luna)

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