La obesidad, definida por la Organización Mundial de la Salud como una enfermedad crónica no transmisible, es caracterizada por un exceso de masa corporal. Se utiliza el índice de masa corporal (IMC) para clasificarla, el cual es un indicador simple de la relación entre el peso y la talla que se utiliza frecuentemente para identificar el sobrepeso y la obesidad en los adultos. Se calcula dividiendo el peso de una persona en kilos por el cuadrado de su talla en metros (kg/m2).
Según la última actualización del Boletín Oficial de la República Argentina, emitido el 23 de septiembre del 2020, incorpora a las personas que padecen obesidad dentro de los grupos de riesgo de contraer la enfermedad por Covid 19 y de sufrir evolución desfavorable de la misma.
En un inicio, la gran mayoría de los estudios Covid 19 no reportaban a la obesidad como un factor de riesgo de mortalidad debido a la falta de datos del IMC. El rol agravante que juega la obesidad en la infección por Covid 19, se relaciona al deterioro de la inmunidad que afecta a los pacientes con obesidad, ya que en estos pacientes existe una menor respuesta de las células citotóxicas (células de defensa) del sistema inmunitario.
Además, los cambios anatómicos como la disminución de los volúmenes pulmonares, aumento del trabajo respiratorio y la asociación a otras enfermedades crónicas no transmisibles como la hipertensión, dislipemia y diabetes tipo 2 generan un factor de riesgo aumentado para la infección y replicación del virus generando cuadros más graves.
A su vez, los pacientes con IMC más elevados podrían presentar complicaciones a la hora de la intubación, obtención de imágenes de diagnóstico, posicionamiento o transporte, generando no sólo mayor recurso humano sino también físico ya que es posible que el equipamiento necesario para atender a estos pacientes esté disponible solo en algunos centros hospitalarios o unidades especializadas para tratar a estos pacientes.
Los pacientes con obesidad podrían tener dificultades también en la posición boca-abajo por el aumento de presión ejercida por la cavidad abdominal sobre la torácica a la hora de utilizar esta posición, frecuentemente implementada para el síndrome respiratorio agudo debido a Covid 19.
Si bien el confinamiento y distanciamiento social es el método más efectivo que tenemos hasta el momento para prevenir la infección por Covid 19, considero que la manera en la cual cada uno lleva el confinamiento también es un factor relevante, debido a que la obesidad previa pandemia ya afectaba a un 36% de la población y el sobrepeso a un 60% de la misma, con el confinamiento vino agregada la disminución en la adherencia a planes alimentarios saludables y la reducción de los niveles de actividad física por lo que considero fundamental fomentar medidas promotoras para mantener una alimentación sana durante la cuarentena, la realización de actividad física desde casa, control y seguimiento médico de patología. De esta manera también lograremos mitigar la escalada en ascenso que está teniendo el sobrepeso y obesidad en la población.
Por último, me parece importante que las medidas que se tomen para la protección y cuidado de un paciente que padece obesidad debe persistir más allá del momento actual que estamos atravesando, en donde exista mayor cobertura y asistencia médica, ya que no nos olvidemos que por sí misma la obesidad es una enfermedad crónica y una epidemia mundial que afecta a más de 300 millones de personas, las cuales en su gran mayoría no poseen un sistema de cobertura que garantice el tratamiento médico, nutricional, farmacológico y psicológico que esta patología requiere.
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La Dra. Paola Urrutia es especialista en nutrición y obesidad; miembro de Bionut Obesidad, médica diabetóloga y endocrinóloga.
Artículo originalmente publicado por la agencia de noticias Télam.