La unidad como única salida para defender el trabajo | por Franco Freire

Opinión

Desde que el Gobierno decidió paralizar la obra pública, el impacto en la producción de la Planta Villa Constitución de ArcelorMittal Acindar fue devastador. Pasamos de producir 130 mil toneladas mensuales a apenas 60 mil toneladas. Esa caída no solo se mide en cifras, sino en las historias de quienes día a día ponen el cuerpo en su trabajo y hoy se encuentran al borde del abismo.

En el sector contratista ya se fueron 250 compañeros, algunos por jubilación, pero muchos más empujados a “retiros voluntarios” que de voluntarios no tienen nada. La metodología se repite: dejar sin ingresos al trabajador, no pagarle la quincena, llevarlo al límite de la desesperación hasta que no le queda otra opción que aceptar irse. Es un desgaste intencional, que también golpea a empleados de empresas como Egea o Armal, y que termina siempre con el mismo desenlace: menos trabajo, más incertidumbre.

A esto se suma una injusticia que debe ser denunciada: todo trabajador que acepta un retiro queda automáticamente vedado de volver a ingresar a Acindar, aunque surja una oportunidad con otra empresa. Es una condena silenciosa que corta de raíz la posibilidad de recuperación laboral.

Pero no es el único frente de conflicto. La empresa está impulsando el solapamiento de tareas entre distintas ramas: trabajos que antes realizaban contratistas –mecánica, electricidad, limpieza– hoy se transfieren a trabajadores de planta de Rama 21. En paralelo, Acindar insiste en que “sobran” más de 200 contratistas y 150 compañeros de Rama 21, al mismo tiempo que anuncia inversiones en la planta, como una nueva línea en planta alambre, oxicorte en acería o trabajos de ReDi.

Lo que está en juego no es solo el presente, sino el futuro del trabajo en la planta. La estrategia parece clara: hacer las mismas tareas con la mitad de los planteles, tanto de Rama 17 como de Rama 21. El saldo hasta ahora es dramático: 500 compañeros menos en total entre las dos ramas de la UOM y 180 en la UOCRA.

El objetivo es claro, Acindar utiliza este escenario de freno de las ventas para achicar planteles, achicar la masa salarial que esta pagando, y de esa manera, en un futuro relanzamiento de la producción (que nadie duda que se va a dar) maximizar sus ganancias.

Ante este escenario, no hay margen para las divisiones. La única salida es la unidad. Tenemos que recuperar el espíritu de lucha de los años 70, cuando los trabajadores, sin importar el gremio ni la camiseta, entendieron que juntos podían defender sus derechos. Hoy, como entonces, la disyuntiva es clara: o nos unimos para defender el trabajo, o nos resignamos a que lo destruyan frente a nuestras narices.


Franco Freire es integrante de la Comisión Interna de Contratistas en Acindar.