Tras la presentación oficial de la Actualización 2025 del Consenso Argentino de Hipertensión Arterial, un documento clave elaborado por las principales sociedades médicas del país, el doctor Diego Cesario, médico cardiólogo especializado en hipertensión, brindó una entrevista reveladora en Radio X (90.3 FM / Cadena Regional), donde expuso los desafíos críticos que enfrenta nuestro país en el diagnóstico, tratamiento y prevención de esta enfermedad que afecta a millones de personas.
Cesario explicó que durante la elaboración del consenso, que demandó más de un año y medio de trabajo, uno de los debates principales fue cómo garantizar que las recomendaciones fueran accesibles para la mayoría de la población. “Uno de los directores del capítulo de diagnóstico es del Hospital Austral y proponía incluir estudios genéticos, pero esa no es la realidad del 99,9% de los argentinos. Por eso decidimos no incorporarlo”, relató Cesario, quien se desempeñó como uno de los coordinadores en este desafío de elaborar una guía en la materia.
Pero el problema no termina con el diagnóstico. La falta de adherencia al tratamiento es alarmante: “Se vio que alrededor del 50% de los pacientes que toman dos o tres drogas al año ya no las está tomando”, señaló Cesario. Entre las causas, destacó el elevado costo de los medicamentos —cada fármaco ronda los $40.000 a $50.000, y la mayoría de los hipertensos necesita tres— y las dificultades burocráticas para renovar recetas mensualmente. “Son pocas las obras sociales o prepagas que dan un carnet por seis meses para tratamientos crónicos o prolongados”, lamentó.
Con más de dos décadas de experiencia, Cesario fue contundente: “Las enfermedades cardiovasculares no aparecen de la nada: se construyen. La gente decide enfermarse inconscientemente. Comemos mal, no hacemos ejercicio, y luego nos sorprendemos cuando aparecen los problemas”.
En este sentido, puso un ejemplo claro, al señalar que “el mejor fármaco del mundo baja 12 milímetros de mercurio, pero dejar la sal y caminar todos los días logra el mismo efecto”.
En Argentina, 6 de cada 10 personas tienen sobrepeso u obesidad, un factor clave para el desarrollo de diabetes e hipertensión. “Si un auto va a 150 km/h en la ciudad, tarde o temprano choca. Con el cuerpo pasa lo mismo”, graficó. Sin embargo, advirtió que muchos pacientes solo reaccionan cuando ya es demasiado tarde. “Cuando llegan al hospital con un infarto, es porque durante años nadie —ni ellos ni sus médicos— hicieron lo suficiente para controlar su presión”, aseveró.
Las cifras que preocupan
Según la última Encuesta Nacional de Factores de Riesgo (2019), casi 4 de cada 10 argentinos mayores de 18 años son hipertensos. Pero el panorama es aún más desalentador: “De ese número, la mitad no sabe que lo es. Y de los que sí lo saben, solo la mitad se trata. Y de esos, solo la mitad logra controlar su presión adecuadamente”, detalló Cesario.
Esto significa que apenas 1 de cada 4 hipertensos diagnosticados sigue un tratamiento efectivo. “La pastilla no es mágica. Hay que ajustar dosis, hacer seguimiento y, sobre todo, cambiar hábitos”, insistió. Esta falta de control explica por qué las enfermedades cardiovasculares son la principal causa de muerte en Argentina, vinculadas a infartos, accidentes cerebrovasculares (ACV) e insuficiencia cardíaca.
Por otra parte, Cesario hizo hincapié en un fenómeno preocupante: las mujeres suelen priorizar controles ginecológicos pero descuidan su salud cardiovascular. Aunque las hormonas las protegen durante años, después de la menopausia el riesgo cardiovascular en mujeres se dispara. “Y cuando les da un problema cardíaco, su mortalidad es mayor que la de los hombres, porque llegan más tarde al diagnóstico”, advirtió.
Las novedades del Consenso 2025
Entre las actualizaciones más relevantes, Cesario destacó:
- Nuevo umbral para iniciar medicación: Antes se indicaba fármacos con presiones ≥180/110 mmHg; ahora se baja a ≥160/100 mmHg si se confirma en repetidas mediciones. “El daño por presión alta es acumulativo, y ya no podemos esperar a que llegue a niveles extremos”, explicó.
- Desmitificar las urgencias: “Una presión de 170 no es motivo para correr a la guardia. El daño agudo empieza arriba de 220. Lo importante es hacer un buen diagnóstico y ajustar el tratamiento con calma”.
- Enfoque en simplificar el tratamiento: Promover combinaciones de fármacos en una sola pastilla y recetas por seis meses para mejorar la adherencia.
Prevención: más allá de los medicamentos
Cesario insistió en que el control de la hipertensión no depende solo de pastillas: “Si logramos que la gente reduzca el sodio, haga ejercicio y deje de fumar, podríamos prevenir 3 de cada 4 ACV”. Sobre el ejercicio, aclaró que no es necesario volverse un atleta. “Un buen profesor de educación física puede armar una rutina progresiva, sin excesos”, sostuvo.
También alertó sobre los vapers y cigarrillos: “Ambos son nocivos. Los vapers tienen menos químicos, pero igual dañan el corazón y los pulmones”.
Un consenso federal con proyección internacional
El documento fue elaborado por 80 especialistas de todo el país, bajo la coordinación de un comité de 11 expertos. “Argentina es una referencia en cardiología a nivel mundial. Este consenso ya se está presentando en congresos internacionales”, destacó Cesario, quien adelantó que la guía estará disponible en formato digital para asegurar su accesibilidad.
“Un ACV no solo mata: puede dejarte la mitad del cuerpo paralizado, y eso es un infierno en vida”, concluyó Cesario. Su mensaje fue claro: la hipertensión no es un destino inevitable, sino el resultado de decisiones cotidianas. Pequeños cambios —menos sal, más movimiento, controles periódicos— pueden evitar tragedias. El desafío, ahora, es que el sistema de salud y la población trabajen juntos para que estas recomendaciones no queden solo en un papel o una pantalla.