A cinco años del primer grito de Ni Una Menos, la Colectiva Sororidad concretó una interesante propuesta para aprovechar las redes sociales en tiempos de Aislamiento Social y seguir alertando sobre los femicidios.
Entre las múltiples propuestas virtuales que se desplegaron el 3 de junio, en nuestra región se destacó la iniciativa de la Colectiva Sororidad, que compartió en su página de Facebook una selección de relatos en primera persona.
“La Colectiva Sororidad agradece cada uno de los textos que nos han hecho llegar a nuestra dirección de mail, cada relato es una confirmación de que el grito “Ni una menos” fue, es y será una posibilidad de verbalizar nuestros sentires, nuestro andar para encontrarnos, y como en este contexto nos faltaran los abrazos sororos que nos contengan, trataremos de aprovechar las herramientas virtuales para seguir con el compromiso de aportar nuestro trabajo militante en pos de cohabitar espacios menos desiguales, menos violentos… Que nuestros cuerpos valgan, que paren de matarnos”.
Los textos están disponibles en:
https://www.facebook.com/Colectiva-Sororidad-881046388695032/
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A continuación, una selección de los relatos publicados:
Relatos que nos narran I / Yanina Acosta
Bueno empiezo por el principio mi nombre es Yanina Acosta tengo 40 años y pase por lo que una niña no debería pasar: abusos físico-psicológico y sexuales, mi padre,(si se le puede llamar así), me violó desde mis 14 años hasta los 22 años. Viví un infierno que no se lo deseo a nadie, lo oculté por muchos años hasta hace más o menos tres años que decidí hablar y denunciarlo; fue un día normal me levanté y él (mi padre) se llegó hasta mi casa y yo encerrada en mi cuarto abrazada a mis hijos, sola, -él sabía que quedaba sola porque mi esposo se iba a trabajar y no volvía hasta la noche- apareció y cuando sentí que golpeaba la puerta y me llamaba, entre en pánico y lo único que me dije abrazada a mis hijos y llorando: “esto tiene que terminar” y llame a mi esposo y él llamo a la policía y vino y el muy degenerado les dijo: “mi hija está adentro ya me va abrir” y la policía se fue
Estuve escondida hasta que se fue y ahí a la noche junte mi familia mis hijos y les conté mi dolor y me dijeron: “mami te amamos, sos tan valiente y nosotros estamos con vos”. Al día siguiente fui a la fiscalía y conté mi verdad callada por muchos años; me hicieron pericias psicológicas y confirmaron que había un trauma y se hizo la denuncia nos sometimos a un ADN con mis dos hijos de soltera porque en mi mente él me hizo creer que mi hijo era suyo, (no mi hija mayor la cual yo si sabía quién era el padre y nunca se quiso hacer cargo), y después de tres meses llegó el resultado, nunca voy a olvidar ese día, llegue a fiscalía a preguntar si había novedad y dijeron: “llegó el ADN” me sentaron en una silla y me lo leyeron: “los resultados son negativos”; ahí comencé a llorar, caí arrodillada, desconsolada y agradecí a Dios, más allá de todo lo malo. Me dijeron, (aclaro él nunca estuvo preso, lo llevaron, le leyeron los derechos el por qué se lo acusaba y lo soltaron y él lo único que dijo es que yo era una mentirosa.
Después de leerme ese resultado me dijeron la causa se cierra porque no hay prueba para encerrarlo solo tu abuso y eso ya caducó y ahi me dijeron: “si queres podes ir a Rosario y asesorarte en violencia a la víctima” y dije para que si ya no va pasar nada igual, así que la fiscal cerro el caso y me mandó a terapia psicológica que la retome otra vez, y cerró la causa y de ahí salí y dije que Dios se encargue yo ya gané, me saque una mochila de encima, pude hablar y puedo disfrutar de mi mamá que antes no lo podía hacer porque él vivía con ella; ella se divorció, lo echó de la casa, hoy él pasa sus días en un hogar de ancianos municipal; de nuestra parte nadie no lo ve ni lo visita, pero a veces pienso que yo gané porque pude hablar y sacarme ese trauma de mi cabeza y saber que son mis hijos y no de él y no se hizo justicia pero la justicia divina existe y esa se paga en la tierra.
Yo estoy feliz con mi familia, tengo mi esposo, un hombre maravilloso que siempre me acompañó en este proceso, mis hijos que me apoyaron y mi madre que también estuvo, pero a veces me preguntó hasta cuando una tiene que aguantar y cuando hablas no hay justicia, no es fácil ir y hablar y contar como si nada, lleva un proceso muy largo y lo digo como víctima porque otra vez me victimizaron, por eso hoy puedo contar mi historia,y animo a otras mujeres a que no callen, no importa los años que pasen, lo importante es contar y sacarse esa mochila de encima. Yanina Acosta
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Relatos que nos narran II / Giselle Aronson
Dicen que me liberé. Que es una pena, pero que al fin pude.
Y recién ahora me hago a la idea de esta libertad que no pedí, que no planeé, que ni siquiera anhelé.
Era natural para mí que apareciera la marca después del golpe y el golpe después de su enojo y su enojo después de algo que nunca llegaba a comprender. Pero yo aguantaba porque no sabía que podía pretender otra vida.
Empecé a dudar cuando ya casi no podía respirar, cuando apareció mi desesperación después del ahogo y el ahogo después de la frenética presión de sus manos en mi cuello y todo eso después de algo que no llegué a comprender.
Luego vino esta nada y la liberación.
La pobre, al fin es libre, dicen, pero no era forma.
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Relatos que nos narran IV / Susana Ludmer
Un recuerdo de la primera convocatoria de Ni una menos en Villa Constitución, convocatoria impresionante. Antes de que saliéramos para la plaza se acercó a la puerta del sindicato una compañera. Me expresó su adhesión a la convocatoria, su deseo de que se visibilizara la violencia contra las mujeres … y después me dijo “yo no voy a poder ir a la plaza, si mis hijos me ven se van a enojar, no quieren que se sepa que su padre es un violento”. Cuantas cosas pasan en lo privado, que complejo, que difícil. Para generaciones que han crecido en la recomendación de la resignación, el ocultamiento y hasta la culpabilizarían de las victimas esta irrupción de las mujeres es una salvación colectiva Tal vez otras compañeras no pudieron estar en ese primer ni una menos pero estoy segura que lograron sumarse en algún momento Que seamos cada vez más y que en este momento en el que no podemos estar en la calle griten las redes sociales y se escuche la voz de las que luchamos por una sociedad más justa e igualitaria para todos, todas y todes.