Milei-Caputo construyen un castillo de naipes con la deuda | por Marcelo Ramal

Opinión

La noticia de que el gobierno está discutiendo con los bancos un “megacanje” de la deuda en pesos del Tesoro -equivalente a 71.000 millones de dólares- se conoció en el mismo momento en que el flanco financiero y cambiario del ´plan motosierra´ empezaba a crujir. En primer lugar, volvió a agrandarse la brecha entre el dólar oficial y los paralelos, apenas veinte días después de la drástica devaluación del 110%. Ocurre que los especuladores comienzan a descontar una nueva devaluación.

La licuación de activos financieros en pesos operada por el gobierno -con una inflación del 30% mensual y tasas de interés del 8%- ha sido importante. Pero no resolvió de ningún modo la cuestión de la masa monetaria formada por la deuda del Banco Central y los vencimientos de la deuda en pesos del Tesoro –entre ambos, el equivalente a 150 mil millones de dólares. Además, los importadores declaran una deuda de 61.000 millones de dólares con sus proveedores del exterior, que ponen a cargo del Banco Central por las divisas necesarias para saldarla. Para hacerse cargo de esa deuda privada, el gobierno emitió un bono que se compra con pesos y se cancela con dólares al año 2027. Pero los importadores no lo toman y prefieren comprar dólares financieros para pagarle a sus acreedores. Esas operaciones contribuyeron a la minicorrida de la última semana. La confianza del capital financiero en Milei-Caputo no llega mucho más lejos que a las declamaciones en las redes sociales.

Operación de deuda

En este cuadro, el gobierno ha declarado la intención de ofrecer una reestructuración de la deuda en pesos a cinco años, sin pago de intereses en 2024, aunque no ha hecho efectiva la oferta. Haciéndose eco de los funcionarios oficiales, “Clarín” destaca que el objetivo del canje es “reducir el déficit financiero a cero. Si eso se logra, permitiría entonces reducir drásticamente la emisión de pesos que el Central aún debe hacer para financiar el déficit fiscal”. (6/1) Confiesan, de este modo, que la devaluación y la hiper en curso han agravado la crisis de deuda, que en su tramo en pesos se encuentra indexada con el dólar y con la inflación. Como consecuencia de ello, el Banco Central emitió 3,5 billones de pesos en sólo 20 días hábiles, pero para pagar deuda propia y del Tesoro. La motosierra rebana salarios, gastos en educación y salud -pero sólo para liberar recursos en favor de la deuda usuraria; el ahorro fiscal que habilita el ajuste, debería absorber la emisión de dinero destinada al pago de los intereses de la usura financiera. Pero la fila de acreedores es demasiado larga: para pagar otros intereses de deuda -con el FMI y otros organismos multilaterales, Caputo le arrebató 3000 millones de dólares al Central, recién ingresados gracias a la devaluación, a cambio de una letra del Tesoro intransferible y de renovación indefinida. El monto acumulado por estos “pagadioses” asciende a 70 mil millones de dólares, sin valor real, que son la contrapartida ficticia de la emisión monetaria. El gobierno que supuestamente venía a ponerle fin a esta triquiñuela, no ha hecho hasta ahora más que incrementarla.

Volviendo a la refinanciación de la deuda en pesos, es claro que los banqueros sólo la aceptarán si consiguen condiciones todavía más redituables que las actuales. Por lo pronto, el mismo Clarín informa que la deuda sería valuada a “precio de mercado”, lo que hace suponer que se cotiza por arriba del valor de su adquisición. El propósito declarado de esta refinanciación sería llevar el déficit fiscal a cero en 2024, pero a costa de aumentar la deuda del Tesoro. Es un fraude de la contabilidad pública calcular el déficit solamente en términos de caja, sin considerar la deuda que se contrae cuando el Tesoro no logra pagar el gasto. La eliminación del déficit por medio de este procedimiento se trataría claramente de una ficción.

Devaluación y crisis política

La tentativa de absorber la gigantesca masa monetaria en pesos por medio de un aumento de la deuda pública, es presentada como un retiro de pesos del mercado, para evitar una nueva devaluación. Pero los títulos públicos circulan en el mercado como un sustituto del dinero, que puede cambiarse en el mercado del dólar, subiendo su cotización. Esto es lo que ya hacen quienes salieron a comprar dólares financieros en las últimas horas. Pero una nueva devaluación arrojaría a la basura las supuestas “anclas fiscales” y precipitaría una hiperinflación. La desvalorización del peso a cero, resucitaría el proyecto de dolarización. Un problema adicional lo suscita aquello que es presentado como la gran salida de la crisis: un gran salto de las exportaciones y del superávit comercial. Pero este excedente de dólares deberá ser comprado por el Banco Central a cambio de pesos –lo que elevaría la emisión de moneda y la necesidad de absorber ese ‘sobrante’. Lo que podría evitar este inconveniente es: uno, que los dólares vuelvan a salir para pagar deudas, intereses y dividendos en el exterior. Dos, que el Central se retire del mercado de divisas, provocando una devaluación del dólar y una revalorización del peso. Argentina volvería, en este caso, a la época de la ‘plata dulce’ y a un alud de importaciones.

Al reciclar la deuda, el gobierno recicla las contradicciones de una quiebra financiera que no ha resuelto de ningún modo. Para refinanciarse, el gobierno le ofrece al capital el botín del DNU y la ley ómnibus. Pero esa ruta también está minada. Fuera de una guerra, no hay nada que erosione más la vida de un gobierno que las crisis fiscales, financieras y económicas.


Marcelo Ramal es economista, profesor universitario y ex legislador de la Ciudad de Buenos Aires por el Frente de Izquierda (FIT). Miembro de Política Obrera.

Artículo originalmente publicado en Política Obrera.