“En cuanto a la frase de un sindicalista de que ‘no preparen la mochila’, es muy triste decirle eso a los chicos. Están advirtiendo que lo que van a promocionar es que no empiecen las clases antes de que las bases voten”. Esas fueron las declaraciones radiales de la Ministra de Educación de Santa Fe.
La frase que escandaliza a la Ministra tiene un trasfondo.
Un día antes, en otro medio, me habían pedido que adelantara el resultado de una asamblea. Como es no es posible ni está bien, solo aventuré expresar que yo como papá, “no prepararía la mochila”. La alusión es obvia. Como no podía adelantar la expresión colectiva de SADOP, utilice la referencia escolar para dar mi opinión personal.
Lo llamativo de toda la situación es que en la misma mesa paritaria todos los gremios docentes expresaron su disconformidad con la oferta salarial. La misma postura asumieron los demás gremios estatales en días sucesivos. Ante la magnitud de la negativa, no se comprende cual es el origen de la sorpresa de la Ministra. Menos aún su molestia “por promocionar el rechazo” cuando en la misma salida radial y, en todos los medios que tuvo a su disposición, siempre sostuvo que la oferta salarial era buena, que la docencia debía valorarla y que en Santa Fe se cobran buenos sueldos. ¿No es eso promocionar una aceptación? Sin lugar a dudas. Con el agravante que también es una intromisión en la vida interna de las organizaciones gremiales por parte una funcionaria del Estado. Una doble vara evidente.
¿Cuál es el problema de fondo? ¿La mochila o la mala gestión? Es evidente que cuando no hay argumentos sólidos para sostener una postura se recurre a lo anecdótico para tapar el fondo.
Lo real es que el Gobierno de Santa Fe ofrece un aumento que en promedio representa un 4.8% de incremento salarial cuando la inflación viene teniendo registros estables del 6%. Eso es lo que hay que enfatizar: la mochila no se puede preparar porque lo que va adentro cada vez sale más y los sueldos alcanzan menos.
No hay que ser especialista en economía. Hay que tener un poco de sentido común en el razonamiento.
Como si esto fuera poco hay que sumar otro problema ¿Para qué armamos la mochila?
El Ministerio de Educación está avanzando con una serie de cambios en el sistema educativo que carecen de todo tipo de legitimidad y requieren diálogos más profundos. No solo se omiten los aportes gremiales a la discusión. Las jornadas docentes organizadas por el propio estado son un cúmulo de críticas y reservas a las propuestas que se impulsan.
El planteo es claro: No hay confianza en que esto traiga una mejora en los aprendizajes, el acompañamiento de las trayectorias y la cotidianeidad escolar del alumnado. Todo lo contrario. Estos indicadores van a empeorar.
Es aquí donde se impone otra pregunta: Un ministerio que dentro de menos de 10 meses termina su gestión, que tiene una relación quebrada con la docencia, que ha perdido gobierno del sistema ¿tiene legitimidad para avanzar con estos cambios cuando está de salida? ¿No es un arrebato de último momento para decir “hicimos algo”? Esa es la percepción que se impone. No hay una política pública pensada y diseñada. Hay una puesta en escena política.
No es la primera vez que la Ministra Cantero intenta dejar “un legado” a poco de salir del gobierno. En 2007 avanzó con un anteproyecto de Ley de Educación Provincial a un mes de dejar la cartera educativa y con otro gobierno electo por asumir. Está claro que en materia educativa no aplica el “mejor tarde que nunca”. Todo lo contrario. La planificación es la base del desarrollo de una política pública educativa sustentable.
En este escenario, la mochila sin preparar, no es una frase desafortunada. Sino que es la consecuencia de muchas acciones desafortunadas del gobierno y particularmente del Ministerio de Educación que pretende mostrar en pocos días lo que no hizo en mas de tres años de gestión.
Como cierre creo necesario expresar una explicación. El término “sindicalista” tiene una carga peyorativa que pretende expresar un “partidismo o preferencia” por el sindicato. La referencia correcta es dirigente gremial que denota una referencia con las personas (trabajadores y trabajadoras) y no solo con la estructura jurídica (el sindicato). Es una forma habitual en que las expresiones más conservadoras de la política identifican a la representación de trabajadores/as con la burocracia sindical.
Más allá de la aclaración elegimos apropiarnos del agravio, sabiendo que para nosotros no se puede concebir la idea del sindicato sin el gremio que representa. Es decir sin la gente.
Quizá por este camino nuestros funcionarios tengan algunas respuestas.
El Ministerio, los cargos, los organigramas, los relevos ministeriales y recursos solo sirven si están puestos en función de la gente a la que deben servir: el pueblo de Santa Fe al que deben llenarle la mochila de soluciones y perspectivas de un futuro mejor.
Martín Lucero, Secretario General de Sadop Rosario.