La importancia de educar sexualmente con mirada integradora | por Sandra Magirena

Opinión

Durante muchos años, la educación sexual estuvo reservada al nivel secundario y asociada a la materia Biología, centrando su enseñanza en el conocimiento de la funcionalidad del aparato reproductor femenino o masculino. Desde esta base es que la sexualidad se asoció exclusivamente con la reproducción de la espacie, donde además se develaba el famoso cuento de la cigüeña o como llegaba la semillita de papá a la panza de mamá.

La Organización Mundial de la Salud define a la sexualidad como “una dimensión fundamental del hecho de ser humano. […] Se expresa en forma de pensamientos, fantasías, deseos, creencias, actitudes, valores, actividades, prácticas, roles y relaciones. La sexualidad es el resultado de la interacción de factores biológicos, psicológicos, socioeconómicos, culturales, éticos y religiosos o espirituales. […].

En resumen, la sexualidad se práctica y se expresa en todo lo que somos, sentimos, pensamos y hacemos. Por lo tanto, y desde esta mirada, la educación sexual centrada en la “genitalidad “y en las “relaciones sexuales” resulta insuficiente.

El amor y la familia ya no son privativos de las parejas heterosexuales, la expresión de como una persona siente su identidad -independientemente de los genitales que tenga- y la orientación de las personas al objeto de deseo, son algunos cambios que empiezan a hacer ruido.

¿Por qué un niño que nace varón no puede jugar con muñecas o expresar sus sentimientos? Lo mismo para una niña que nace mujer, mostrarle solamente que si es buena madre y ama de casa completará su desarrollo personal. Este modelo limitado va construyendo personas con serias limitaciones emocionales y afectivas que luego veremos en la consulta.

Si consideramos que la sexualidad es una dimensión mayor que, además de la biología, incluye la afectividad, los vínculos, la identidad, los roles, el respeto y la diversidad, resulta necesario la inclusión de la materia “Educación sexual” en las escuelas, de la mano de la Ley 26.206, sancionada en 2006.

¿Quién podría oponerse o estar en contra de que a su hijx se lo eduque en valores, afectividad, cuidado del cuerpo y respeto por la diversidad? La importancia de educar sexualmente con mirada integradora favorece el desarrollo de capacidades emocionales y afectivas saludables como así también de respeto y cuidado por el otrx.

El cuerpo es un instrumento más, un escenario maravilloso que nos ofrece innumerables funciones y sensaciones. Se debe enseñar el aparato genital, pero no solo desde la función estrictamente reproductiva sino desde un cuerpo conectado con el placer y el disfrute, donde cada niñx aprenda a explorarlo sin miedos, para lograr el autoconocimiento, y descubrir su propio sentir y percepción.

Sobre todo, cuando saber decir NO, aprender a consentir que es lo saludable o no para unx mismx, y no para lo que el modelo sociocultural del momento establece.

Por eso es importante que la ESI se cumpla en todo el país y en todos los niveles educativos y empecemos a llamarla con su nombre completo: Educación (enseñar a temprana edad valores, conocimientos, costumbres y formas de actuar, que permiten a un individuo vivir en sociedad) Sexual (entendiendo el termino desde la dimensión ampliada del concepto de sexualidad y no genitalidad) Integral (que comprende todos los aspectos o elementos de algo).


La Dra. Sandra Magirena es médica, egresada de la UBA (MN 65130), especialista certificada en Ginecología General e Infanto Juvenil, Sexóloga Clínica, integrante de la Sociedad Argentina de Ginecología Infanto Juvenil.