Lejos de ser un simple hashtag en redes sociales, #ArgentinaEnLlamas pasó a ser un realidad a la que nos hemos acostumbrado. Pasaron seis días del inicio de año, y ya hubo días con 11 provincias con focos activos de incendios, con Aluminé (Neuquén) y Bariloche (Río Negro) como los principales centros de llamas que difícilmente podían controlarse y que continúan hasta hoy. Las islas del Delta del Paraná son protagonistas permanentes de incendios que se apagan y que alguien vuelve a encender, con ningún responsable -aún- bajo investigación.
Los incendios arrasan con ecosistemas, dañan la fauna y flora, afectan actividades económicas y pueden significar pérdidas materiales y humanas.
El cambio climático le está dando el escenario perfecto a esas llamas que apenas en un 5% se inician por causas naturales -como un rayo en una tormenta- y en un 95% por responsabilidad humana, sea por una fogata mal apagada, sea por falta de control de la práctica de la quema, sea por intencionalidad. Sequías más intensas y prolongadas, falta de precipitaciones, temperaturas cada vez más extremas son variables de las que dependen los incendios para su mayor propagación y más difícil contención. Son variables que el cambio climático intensifica.
Si 2020 había sido un año histórico (no como récord bonito, claro) en materia de incendios en Argentina, ¿qué nos dejó 2021? Bueno, esta semana el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible dio a conocer -un poquito entre bombos y platillos- que la superficie anual afectada por incendios durante 2021 se redujo en un 70% respecto de 2020. Se tratarían de unas 331.000 hectáreas anuales afectadas en 2021 frente al millón que nos había dejado el histórico 2020.
Esa diferencia también se puede apreciar con la variable de focos activos detectados por satélites del Instituto Nacional de Pesquisas Espaciales (INPE) de Brasil. El 2020 fue el año con mayor cantidad de focos activos desde los registros iniciados en 2001: 74.111 focos. En cambio, 2021 cerró su anual con 33.867 focos activos. Ahora ojo a lo que viene pasando este 2022: en los cinco primeros días del año ya se detectaron 631 focos activos de incendios, una cifra muy próxima a lo que fue el total de todo el mes de enero de 2021: 695.
¿Podemos atribuir la reducción entre 2020 y 2021 a una mejor respuesta de las políticas de manejo del fuego? Puede ser una variable, pero no la única. Y aún con los resultados del 2021, tampoco creo que haya que celebrar. El gran problema con los incendios es que estamos atentos cuando ya se iniciaron, cuando ya ocasionan desastre, actuando ante la emergencia. En lo que definitivamente hace falta mayor acción es en trabajar en la prevención. Al respecto, me gustó la frase de la Fundación Ambiente y Recursos Naturales (FARN) en su análisis sobre el tema: “Es esencial que se pase de un accionar ‘emergentista’ a una gestión preventiva e integral del fuego”.
La organización enumera algunas de las acciones que se necesitan proponer en esa línea: garantizar un completo acceso a la información pública en el que las provincias reporten la totalidad de superficie afectada por incendios, trabajar con las poblaciones locales para prevenir incendios, implementar y financiar correctamente la Ley de Bosques, implementar el Plan Integral Estratégico para la Conservación y Aprovechamiento Sostenible en el Delta del Paraná (PIECAS), avanzar en la sanción de una ley de bosques.
Si los cambios en el clima ayudan más de lo que queremos a las llamas, ¿cómo estuvo el clima el año pasado en Argentina? Veamos.
2021-2022. El clima. Lo que vemos en el gráfico no es Argentina. Tranquilos, ya iré al análisis local. Pero quiero empezar este apartado con lo que, siendo seis de enero, debiera ocuparnos (y preocuparnos). El Servicio Meteorológico Nacional del Reino Unido, Met Office, realizó su pronóstico la temperatura global promedio de este año y… not good news. El 2022 continuará esa curva creciente de aumento de temperatura y ese récord sostenido de años más cálidos. Ese producto del aumento de las emisiones de gases de efecto invernadero. Ese producto de nuestro sistema basado en combustibles fósiles (offshore, ¿les suena?).
El 2022 estará entre 0.97 °C y 1.21 °C por encima del promedio del período pre-industrial (1850-1990). Esto ubicaría al 2022 en el octavo año consecutivo en que las temperaturas han superado el grado centígrado por encima de los niveles pre-industriales. De nuevo: not good news. De nuevo: cada grado hace una diferencia, en efectos, en eventos climáticos extremos, en intensidad, en vidas humanas. De nuevo: acción climática ya, ambiciosa, justa.
Yendo a lo local, el Servicio Meteorológico Nacional de Argentina publicó su análisis sobre el estado del clima durante el 2021. Algunos datos que me parecieron interesantes: el 2021 no fue el año más cálido desde que se tienen los registros en 1961, pero aún es preocupante que se ubique entre el 5to y 6to lugar; la Patagonia tuvo un récord de altas temperaturas y sequías, y escasas precipitaciones (algo que para los incendios, recuerden, no ayudaba mucho o ayudaba bastante a su propagación); en líneas generales hubo escasos eventos de lluvias a lo largo del territorio del país.
Energía nuclear, ¿verde? El 2022 tampoco empezó tranquilo para la Unión Europea, donde el 1 de enero se dio a conocer un borrador de la revisión de la taxonomía comunitaria en el que se proponía considerar a la energía nuclear como energía verde. Mientras que la Comisión Europea realizó la propuesta, países como España se niegan a esta consideración. Eso no es todo, la consideración de energía verde también incluiría al gas natural (la Argentina casada con Vaca Muerta mirando con cariño). La consideración no sería un mero cambio nominal, sino que podría impactar en, por ejemplo, que las inversiones en estas fuentes sean consideradas “ecológicas”. Mmm ruido.
No voy a profundizar hoy en el tema de nuclear como energía verde porque estoy conversando con expertos/expertas a favor y en contra de esa consideración. Así que los invito a compartirme sus dudas, inquietudes, preguntas al respecto para trasladárselas a ellos/ellas. Pueden escribirme a planeta@redaccion.com.ar
Hablando de offshore e hidrocarburos, ¿qué pasa cuando hacemos búsquedas sobre cambio climático en Google? 1 de cada 5 anuncios publicitarios que aparecen al hacer la búsqueda de términos relacionados con el tema son de… adivinen… ¡sí! Empresas de combustibles fósiles. Así lo demuestra una investigación realizada por el diario británico The Guardian en colaboración con InfluenceMap. Hicieron la búsqueda de 78 términos relacionados con el cambio climático y los intereses de empresas relacionadas con los combustibles fósiles se hicieron notar en los conocidos Google ads. En muchos casos, con la promoción de sus buenas prácticas o áreas de sustentabilidad.
Así que, ya saben, ojo con los avisos publicitarios que les aparecen. Que algunos están más interesados en nuestras búsquedas sobre cambio climático que los tomadores de decisión en promover acción.
Tais Gadea Lara es editora del newsletter Planeta, de la plataforma Red/Acción, donde originalmente se publicó este artículo.