Mientras en el mundo se discute el futuro del trabajo para una humanidad que sufre la doble tragedia de la pandemia de Covid-19 y las peores consecuencias de un capitalismo cada vez más salvaje, los principales grupos económicos argentinos pretenden importar políticas económicas, laborales y sociales que, como otras en el pasado, significarán mayor enriquecimiento de los poderosos a costa de mayor explotación y sufrimiento de los miles de millones de trabajadores y trabajadoras de todo el mundo.
La flexiseguridad, promovida por los gobiernos de Países Bajos y Dinamarca y extendida a gran parte de Europa, consiste en combinar la flexibilización laboral con una supuesta “seguridad” laboral basada en subsidios al desempleo y a la formación de los desempleados que han perdido su trabajo. Es decir: manos libres para los empresarios y los costos sociales a cargo de los Estados.
Llega a la Argentina, bajo el nombre de “Mochila Argentina”, de la mano de la nueva conducción de la UIA -con los mismos dirigentes e ideas arcaicas y fracasadas de otros tiempos- y el apoyo del aparato empresarial, mediático, judicial y político que quiere la vuelta al neoliberalismo, e incluso de algún parlamentario de extracción sindical que parece haber perdido el rumbo y olvidado sus orígenes.
Se propone liquidar aspectos centrales de la Ley de Contrato de Trabajo, como la indemnización por despido, y su reemplazo por un seguro de desempleo, así como una mayor flexibilización de las relaciones laborales.
Y mientras estos grandes grupos económicos intentan hundir las esperanzas de millones de trabajadoras y trabajadores, vemos cómo se reabren las paritarias teniendo como horizonte inmediato el 45% para no perder frente a la inflación y el gobierno nacional establece que el salario mínimo, vital y móvil debe llegar al 35% de aumento.
Es evidente, entonces, que a esta pretendida “mochila argentina” se le oponen en todo el mundo -incluso en Chile, considerado como el modelo a seguir por las derechas-, múltiples proyectos e iniciativas de reducción de la jornada y los días de trabajo como forma de avanzar hacia un nuevo paradigma económico, social y ambiental en línea con los objetivos universales de la ONU y la OIT.
Por estas razones y, sobre todo, porque no estamos dispuestos a resignar nuestros derechos sin dar pelea, condenamos públicamente esta pretensión del gran capital y, como CTA de les Trabajadores, nos sumamos a todas las corrientes del movimiento obrero que tampoco han dudado en repudiar este nuevo intento de flexibilización, precarización laboral, desempleo y pobreza de nuestra clase trabajadora.
Ciudad de Buenos Aires, 6 de julio de 2021.
MESA NACIONAL DE LA CTA DE LES TRABAJADORES