La UNR y la Usina Social desarrollaron una encuesta para conocer los patrones de movilidad que se vieron afectados por el Covid-19.
El Instituto de Estudios de Transporte de la Facultad de Ciencias Exactas Ingeniería y Agrimensura de la Universidad Nacional de Rosario (UNR), el Instituto de Movilidad de Sevilla y la Usina Social, realizaron una consulta virtual para conocer los cambios que sufrieron los hábitos de movilidad de la población de Rosario durante la pandemia de Covid-19.
María Laura Pagani, directora del Instituto de Estudios de Transporte, Mónica Alvarado, Docente y Secretaria Académica de la Escuela de Ingeniería Civil de la Facultad de Ciencias Exactas, Ingeniería y Agrimensura y Andrea Magnani, especialista en Movilidad del equipo de la Usina Social, explican los resultados de la consulta.
CRECIÓ EL USO DE LAS BICICLETAS
De la encuesta se desprende que independientemente del motivo del viaje, la mayoría de los rosarinos dejó de usar el sistema de colectivo, que perdió gran parte de los usuarios. Los medios de transporte activos como son la caminata y la bicicleta tuvieron un gran incremento, la primera subió un 42% entre quienes van a trabajar y el uso de la bicicleta subió casi un 25% en todos las actividades que motivan su uso. El uso del auto particular también manifestó un incremento, llegando a valores por encima de los números previos a la pandemia.
Sobre estos datos María Laura Pagani explica que el miedo a las condiciones sanitarias en el uso del colectivo, contracción de la oferta -en función del nuevo escenario de aislamiento y distanciamiento, sumado a la medida de fuerza que realizaron los chóferes, crearon condiciones para que muchos rosarinos y rosarinas abandonen su uso.
“Gran parte de la población dejó de hacer usos de los colectivos por miedo al contagio del COVID, y cuando se les consultó sobre qué medidas considera necesarias para volver a hacer uso del servicios, el 85% señaló que debía mejorarse la frecuencia e intensificarse la desinfección de las unidades”, señala Pagani.
La directora del Instituto de Estudios de Transporte señala que hay estudios que han demostrado que el uso del transporte público no es un agente de contagio más riesgoso que otras actividades y que tomando las medidas sanitarias regulares no presenta mayor riesgo, pero esta estigmatización, los días sin servicio por reclamos salariales de los trabajadores, más una oferta, que los encuestados, consideran insuficiente en cuanto a frecuencia y proximidad, ha llevado a que el servicio se pierda un alto porcentaje de sus usuarios.
Para las especialistas es muy importante pensar estrategias que hagan que el pasajero vuelva a hacer uso del transporte público de pasajeros, ya que es uno de los pilares de un sistema de transporte eficiente y sustentable. Consideran que las primeras medidas que se tomaron al comienzo de la pandemia, limitando su uso al personal esencial, generaron desconfianza en los usuarios en dicho modo.
“El transporte público es uno de los ejes estructurantes de la ciudad, no hay movilidad sostenible que no tenga un sistema público de movilidad y se debe generar políticas para que la gente deje el auto particular y vuelva al colectivo”, remarca Alvarado.
“Cuando hablamos de la movilidad sostenible, apoyamos los modos activos como caminar o usar bicicleta, pero tenemos que tener en cuenta que hay situaciones en la que no son aplicables porque son grandes distancias o por imposibilidades físicas, por lo que es necesario el transporte público de colectivo”, destaca Pagani.
MÁS CAMBIOS
Otro de los cambios que se detectaron en el estudio fueron el aumento de la caminata y la bicicleta (sea particular o públicas) como modos de transporte cotidiano. “La bicicleta y el traslado a pie crecieron muchísimo, y son datos más que interesantes porque nos permite pensar medidas a futuro que ayuden a potenciar estos modos de transporte”, destaca Alvarado. La docente destaca que el uso del vehículo particular se mantuvo e incluso sufrió un incremento, lo que consideró “preocupante”.
Según el estudio, una minoría de quienes respondieron la encuesta, el 29%, consideran que se deberían tomar medidas para restringir el uso del vehículo individual, aun así, más de la mitad de los encuestados se mostró de acuerdo con utilizar alternativas de transporte más sustentables a las que usaba habitualmente (52%) y a elegir opción de movilidad compartida si esta existiese (50%).
“La mayoría de las rosarinas y rosarinos apoyarían medidas ambientalmente amigables pero no sin resignar el uso del vehículo particular, lo que demuestra que aún no hay conciencia de que el automóvil es uno de los principales agentes de contaminación ambiental, de congestión de tránsito y de siniestralidad vial, el uso del vehículo particular tiene muchas externalidades negativas que todavía no terminamos de visualizar”, destaca Pagani.
Esta encuesta se realizó conjuntamente con el Instituto de Movilidad de Sevilla, con quien se viene trabajando en diversos ejes. De esta manera, se puede comparar la diferente predisposición de los ciudadanos a alterar sus hábitos de movilidad. Este trabajo conjunto favorecerá la elaboración de conclusiones con distintos trasfondos y anclajes, para poder pensar diferentes políticas públicas de aplicación local y global, logrando sinergia entre las instituciones participantes de la iniciativa.
El estudio demuestra que existen diferencias entre las distintas zonas de la ciudad, por un lado el centro, donde por su densidad y concentración de destinos pudo generar una dinámica de proximidad, con la adopción de medios de transportes más activos y una reducción de las distancias, situación que no se repite en otros sectores de Rosario.