Por lo general, al acercarnos de alguna manera al estudio de la figura ejemplar del general San Martín, lo hacemos partiendo del preconcepto que vamos a tratar solo aspectos de su vida en el plano militar ya que esa fue la profesión fundamental que lo ocupó durante gran parte de su vida. Y más aún, teniendo en cuenta que tan calificada tarea fue honrada con el mayor celo por San Martín mientras se desempeñó como soldado y mucho más como oficial ejerciendo el mando y tomando difíciles decisiones.
Expresada tal consideración, ahora sí podemos adentrarnos a una cuestión que no es menor y que también fue parte de las enormes preocupaciones que desvelaron en su momento al Libertador; nos referimos a LA EDUCACIÓN. Bien vale entonces remitirse a una serie de ejemplos para ahondar sobre tan relevante asunto.
Comenzaremos diciendo que más allá de las dos décadas en las cuales se destacó como soldado del ejército real, su formación académica fue de muy buen nivel ya que no sólo asistió a múltiples academias militares o clases de formación para el arte de la guerra, sino que también se preocupó por aprender, -en muchas oportunidades como autodidacta-, matemática, latín, dibujo y otras ciencias. Tal bagaje cultural y pedagógico le sería de gran utilidad al momento llevar adelante su proyecto independentista.
Ya en América del Sur, -siendo portador de una destacada biblioteca personal que lo acompañaría durante toda su campaña-, mucho le sorprendió en su tránsito el grado de analfabetismo y sumisión de los pueblos de esta parte del mundo.
Su primer gran ejemplo para remediar en parte esta triste situación lo lleva adelante luego de triunfar de la Batalla de Chacabuco en febrero de 1817. En la oportunidad, el Cabildo de Santiago de Chile enterado de la decisión de San Martín de pasar a Buenos Aires para conseguir apoyo para su Plan Continental, decide otorgarle diez mil pesos fuertes para sus gastos de viaje.
El jefe patriota no dudó un momento acerca de lo que debía hacer: Inmediatamente rechazó tal suma y propuso que se utilizara el dinero para la creación de una Biblioteca Pública. De aquel suceso queda un escrito magistral de San Martín que expresa: “…La ilustración y el fomento de las letras es la llave maestra que abre las puertas de la abundancia y hace felices a los pueblos; yo deseo que todos se ilustren en los sagrados libros que forman la escuela de los hombres libres…”
Al año siguiente, en 1818, estando en Mendoza, repite su actitud frente al problema de la falta de educación del pueblo en general y decide fundar una Biblioteca Pública en dicha ciudad cuyana, donde también se lo recuerda por hacer sido el impulsor de la creación de un colegio de nivel secundario el cual fue bautizado como Colegio de la Santísima Trinidad.
Cuando el Perú recibe a la flota sanmartiniana en 1820 la situación de los pueblos originarios en cuanto a educación también era penosa, por no decir nula, así es que una vez investido como Protector el general San Martín, -además de las tareas inherentes a lo militar-, se ocupó de sobremanera de los aspectos culturales y educativos, impulsando el fomento de las artes plásticas y el teatro y decretando además la incorporación del sistema lancasteriano de enseñanza para todas las escuelas peruanas.
En cuanto a los hijos de esclavas, al establecerse la libertad de vientres, impuso un tributo a los patrones y gamonales para que ese dinero se aplicara a la educación de las niñas y niños negros libertos y para contribuir a que sus madres aprendieran a leer y a escribir.
Además, el Protector imitando lo hecho en Mendoza y Santiago, crea en Lima por decreto oficial del 28 de agosto de 1821 la Biblioteca Nacional del Perú a la cual dona toda su colección de libros. La misma se inauguró el 17 de septiembre de 1822. En la oportunidad, el San Martín manifestó ante los presentes: “…Señores, la biblioteca es destinada a la ilustración universal, es más poderosa que nuestros ejércitos para sostener la independencia…”. Por desgracia en 1943 un incendio destruyó dicha biblioteca, salvándose solo unos pocos ejemplares de la colección donada por el Libertador.
También, en la ciudad de los Reyes, San Martín crea el 06 de julio de 1822 la primera escuela normal y laica del Perú designando como su primer maestro al pastor bautista James Thomson Burnet, quien adoptó como libro de lectura a la Biblia, logrando además que sus colaboradores más inmediatos realizaran la primera traducción al quechua que se registra en América de las Sagradas Escrituras. La fecha de creación del citado establecimiento educativo se recuerda como el Día del Maestro en el Perú.
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Miguel Ángel Brusasca es Coordinador General de Filiales del Instituto Sanmartiniano del Perú en la República Argentina y Presidente de la “Filial Provincia de Santa Fe” del Instituto Sanmartiniano del Perú.
En adhesión al Día del Maestro en Perú (6 de Julio).