El dólar es un tema recurrente en las conversaciones cotidianas de los argentinos. Para quienes ahorran en esta divisa, la situación se volvió frustrante en lo que va del año. La constante afirmación de “el dólar siempre sube” parece haberse puesto a prueba, y quienes confiaron en ese pronóstico han visto cómo su capital se desvaloriza. La pregunta que ronda es inevitable: ¿qué está pasando con el dólar? ¿Por qué, en un contexto de inestabilidad económica, creciente pobreza y deterioro de los ingresos, el dólar no solo se mantiene, sino que incluso baja?
La respuesta no es sencilla y responde a múltiples factores, tanto locales como internacionales. La economía argentina enfrenta una realidad cruda: una escasez de dólares que contrasta con la aparente tranquilidad del mercado de cambio. Parte de esta paradoja puede explicarse por una situación coyuntural: el reciente blanqueo de capitales. El Gobierno nacional, siguiendo una práctica casi habitual en las últimas administraciones, lanzó una nueva oportunidad para que capitales no declarados ingresen al sistema financiero formal.
El blanqueo de capitales fue una herramienta atractiva para muchos gobiernos, y el actual no es la excepción. En esta oportunidad, las cifras son reveladoras: depósitos en dólares que superan los 8.000 millones, provenientes de cajas de seguridad o reservas que las personas tenían en el exterior. Este ingreso masivo de dólares es el que contribuyó a estabilizar, en cierta medida, el mercado cambiario, al menos en el corto plazo. Sin embargo, la pregunta que surge es: ¿cuánto tiempo puede mantenerse esta situación?
Otro factor que juega un papel crucial es la tendencia a “desahorrar”. En un contexto donde los ingresos cayeron fuertemente, muchas personas se ven obligadas a desprenderse de los dólares que habían guardado para momentos de mayor necesidad. El famoso “dólar colchón” empieza a circular, ya no como una inversión, sino como una herramienta de supervivencia. Ante la necesidad de cubrir gastos cotidianos, las personas venden sus dólares, lo que contribuye a la baja en la demanda de la divisa.
Este fenómeno, combinado con la imposibilidad de ahorrar para muchos, genera un panorama peculiar: menos compras de dólares y más ventas. A pesar de la escasez de la divisa, la menor demanda está evitando que el valor del dólar se dispare. Sin embargo, este equilibrio es frágil y está cargado de un alto costo: la estabilidad del dólar no significa una mejora en la calidad de vida de los argentinos, sino que se sostiene sobre el sacrificio de los ahorristas y el deterioro del poder adquisitivo.
A nivel macroeconómico, la situación es todavía más compleja. Los acuerdos internacionales para compartir información entre agencias de recaudación, como la AFIP en Argentina y el IRS en Estados Unidos, crearon una percepción de riesgo entre quienes tienen capitales no declarados. El temor a ser descubiertos incentiva a muchos a ingresar esos fondos al sistema formal. Sin embargo, gran parte de estos capitales permanecen en el exterior, por lo que su impacto directo en la economía local es limitado.
El actual blanqueo de capitales generó un alivio temporal, pero su alcance es limitado. La clave, como siempre, radica en el acceso a financiamiento externo. El gobierno necesita conseguir fondos que permitan sostener esta calma cambiaria y evitar una nueva crisis. Las negociaciones con bancos internacionales y la posibilidad de un nuevo acuerdo con el Fondo Monetario Internacional son parte del plan para prolongar esta estabilidad, al menos hasta las próximas elecciones.
El objetivo político es claro: llegar a las comicios de 2025 con una inflación más controlada y un dólar estable, e incluso, si es posible, más cercano al tipo de cambio oficial. Sin embargo, la pregunta que flota en el aire es si esta estrategia es sostenible a largo plazo o si simplemente estamos ante una calma momentánea que puede desvanecerse tan rápido como llegó.
Mientras tanto, los argentinos siguen viviendo en una economía que, medida en dólares, se volvió extremadamente cara. Los precios locales en dólares subieron, no solo en bienes de consumo, sino también en servicios, haciendo que el costo de vida sea insostenible para muchos. Esta situación es un reflejo de la desconexión entre la economía real y el mercado cambiario.
En resumen, lo que está ocurriendo con el dólar en Argentina es el resultado de una combinación de factores coyunturales y estrategias políticas. A corto plazo, es posible que el gobierno logre mantener la estabilidad que busca. A largo plazo, la incertidumbre persiste. Lo único claro es que el costo de esta estabilidad lo están pagando, una vez más, los ciudadanos.
Alejandro Iuliani es periodista, técnico superior en Relaciones Públicas, actor y director teatral; editor del diario digital El Tigre de Papel y director de Radio X, de Villa Constitución (Santa Fe), emisora integrante de Cadena Regional.