María Sol Ybañez, miembro del GECHINA (Grupo de Estudios sobre China y Argentina) de la Universidad Nacional de Rosario (UNR), analiza el regreso a la relación con el gigante asiático, al que permitirá a nuestro país construir puertos, vías férreas, aeropuertos, plantas energéticas y una central eléctrica. Además, se instalarán fábricas de celulares y una planta para producir carbonato de litio.
Argentina formalizó su adhesión a la Ruta de la Seda (BRI) en febrero de este año, en ocasión de la visita del presidente Alberto Fernández a Beijing. La iniciativa impulsada por China, arribó a la firma de un Memorándum de Entendimiento entre ambos Gobiernos, el cual fue publicado por el Boletín Oficial de nuestro país en el pasado mes de abril.
Con la incorporación de Argentina a la BRI, ambos países iniciaban el año 2022 con un acuerdo que, junto con la Asociación Estratégica Integral (AIE) de 2014, enmarcará la relación en lo sucesivo, reforzando aún más el ya estrecho vínculo bilateral.
A la luz de estos acontecimientos, resulta inevitable que surja una serie de interrogantes: ¿De qué se trata esta iniciativa? ¿Cómo se llevará a cabo? ¿Qué consecuencias tendrá para la inserción externa nuestro país? En definitiva, ¿Qué significa exactamente “formar parte” de la Ruta de la Seda China?
Para dar respuesta a tantas preguntas, comenzaremos haciendo algunas referencias sobre la BRI. Se trata de un ambicioso proyecto de conectividad del gobierno chino que implica el establecimiento de un vasto esquema de redes de infraestructura, financiamiento e inversiones con miras a reforzar los lazos comerciales con naciones de todas partes del mundo. Partiendo de una alusión a la antigua ruta comercial que tradicionalmente los mercaderes utilizaban para trasladar sus productos hacia Europa, la iniciativa involucra un importante caudal de inversión extranjera en áreas diversas destinada a la construcción de carreteras, puertos, vías férreas, aeropuertos, plantas energéticas y eléctricas. A la vez, apunta al incremento de la capacidad productiva y al reforzamiento de los vínculos culturales y políticos con los enclaves geográficos sobre los que se extiende.
Esta impresionante apuesta busca tanto ampliar los mercados para las exportaciones chinas como esparcir los efectos positivos del comercio y la conectividad en las zonas más desfavorecidas del propio territorio chino. Más allá de las motivaciones económicas que son a todas luces evidentes, podemos identificar ciertos incentivos geopolíticos, fuertemente entroncados en los objetivos chinos del nuevo siglo de posicionarse en el centro del sistema internacional como una potencia mundial de alto perfil. Estas aspiraciones de grandeza internacional forman parte de los principales objetivos de política internacional de la gestión gubernamental del presidente Xi Jinping.
Si bien inicialmente la BRI apuntaba sobre todo a la extensión sobre las regiones de Asia central, Europa del este y África oriental, a partir de 2017 se expandió a América Latina y el Caribe. La firma de acuerdos de adhesión a la BRI por parte de los gobiernos latinoamericanos se vio claramente impulsada por el hecho de que, como se sabe, China es en la actualidad un socio comercial y financiero clave para la mayoría de ellos. En este sentido, desde 2018 se viene intensificando su política la celebración de Memorándums de entendimiento con diversas naciones de la región en pos de incorporarlas a la Nueva Ruta de la Seda.
Con la incorporación argentina a la iniciativa china, los pronósticos para nuestro país en lo que refiere a la asistencia financiera, son indudablemente favorables, porque China vincula la construcción de infraestructura con el otorgamiento de préstamos y swaps (permuta financiera). Así, según la cancillería argentina, el acuerdo prevé un financiamiento en infraestructura de alrededor 23.700 millones de dólares. El Memorándum también hace referencia a la ampliación del swap de monedas y la posibilidad de que en un futuro China ceda a Argentina sus Derechos Especiales de Giro (DEG) en el seno del FMI.
La promesa de financiamiento externo para grandes proyectos de infraestructura no quedó simplemente en el plano de la retórica. Los frutos de la incorporación formal de Argentina en la BRI son cada vez más visibles y se reflejan iniciativas y acercamientos concretos que se fueron dando a lo largo de todo el primer trimestre de este año.
Uno de los avances más representativos en la relación con China desde la adhesión a la BRI lo encontramos en el área de ciencia y tecnología (CyT) donde se están viendo los más importantes avances tras la adhesión argentina a la iniciativa de la BRI. Ejemplo de ello es el Acuerdo Específico de Cooperación Científica que se firmó para promover la cooperación científica y técnica conjunta entre ambas naciones. En este marco, se destaca también el lanzamiento de un Centro Chino-Argentino de Estudio de Políticas para la Innovación y la Tecnología para el estudio de la transición energética y biotecnología aplicada a cultivos.
También evidenciamos progresos en el área de la producción basada en nuevas tecnologías, con la firma de un acuerdo para la construcción de una fábrica de celdas para baterías de litio en la zona franca de Perico con la empresa china Gotion. Este acuerdo posicionaría a Argentina no sólo como abastecedor de un mineral clave, sino como un centro para el desarrollo de nuevas tecnologías para la producción. El litio es un recurso estratégico clave en la estructura económica internacional actual dado su uso para la fabricación de baterías para dispositivos móviles como celulares, tablets y laptops. En este sentido, el acercamiento apuntó también a la comercialización y producción conjunta, como lo evidencia el acuerdo de la compañía china Zangge Minining con Ultra Argentina S.A para la construcción conjunta de una planta para la producción de carbonato de litio en 2023.
Otro rubro en el que observamos el impacto de la adhesión a la BRI es el de las inversiones chinas en la fabricación de artículos de consumo en territorio nacional. La prueba más fehaciente de ello es la instalación de la multinacional Xiaomi en la planta de Solnik, en el polo fueguino de Río Grande para la producción de su más reciente modelo de teléfonos celulares, el Redmi Note 11 Pro+.
Respecto a la cooperación energética, la integración argentina a la BRI favoreció la colaboración para el desarrollo y el fomento de fuentes de energía entre ambos países. En línea con esto, destacamos la firma del contrato de parte de la empresa Nucleoeléctrica Argentina S.A para brindar asistencia técnica a la central nuclear china Qinshan 3.
La profundización del vínculo en términos de cooperación en CyT también se manifiesta en el nivel de la agricultura, uno de los ejes centrales de las relaciones bilaterales. Poco tiempo después de la adhesión argentina al BRI, la empresa Shaanxi Coal Group realizó una inversión de 1.250 millones de dólares para la instalación de una fábrica de fertilizantes y herbicidas en Tierra del Fuego.
En materia de transporte hubo muchas novedades interesantes. Recientemente la provincia de Jujuy firmó un convenio con la empresa china CRRC Corporation Limited para poner en funcionamiento el tren turístico Volcán a Tilcara. Además, China Machinery Engineering Corporation está colaborando financieramente con el proyecto de Trenes Argentinos Infraestructura (ADIF) para la construcción de una playa ferroviaria en la localidad de Añelo, provincia del Neuquén, puntapié inicial del proyecto para dotar de una conexión ferroviaria al yacimiento Vaca Muerta.
En resumen, las interacciones de los últimos meses dan cuenta de un creciente dinamismo del vínculo entre Argentina y China. La diplomacia de Argentina crea un nuevo consulado en la estratégica región china de Sichuan. La participación de Argentina en el megaproyecto de la BRI abre oportunidades para la llegada de más inversiones chinas ligadas a proyectos de infraestructura, CyT y energía, entre otras. En consecuencia, también llegan divisas para generar considerables avances en la industria, el transporte y las fuentes de energía. Lo anterior resulta aún más trascendental si tenemos en cuenta los contextos de fuerte restricción al financiamiento externo a los que se ha visto sometido nuestro país a lo largo de muchos momentos de su historia.
Entendemos que la incorporación a la iniciativa impulsada por una potencia con una economía en muchos aspectos complementaria a la nuestra es un acontecimiento internacional indudablemente favorable. Si bien es cierto que muchos observadores alarmados (como en el pasado) están señalando con sentido crítico los peligros de una excesiva dependencia en el vínculo económico, siempre se puede dar paso, simultáneamente, al fortalecimiento de las relaciones con otros actores. En definitiva, la diversificación del comercio exterior argentino será el desafío al que la gestión de gobierno actual deberá encomendarse y en poner manos a la obra.
Artículo originalmente publicado por el diario La Capital, de Rosario.