Después de las restricciones por la pandemia y luego de la bajante, el proyecto educativo y artístico “Humedales del río Paraná” destinado a escuelas y público en general retoma este año sus actividades en el Centro Cultural Isla Charigüé, ubicado frente a la ciudad de Rosario. Es un lugar de conocimiento y recreación para quienes disfrutan de la naturaleza de la región, en armonía con el territorio, el río y sus humedales.
El diario La Capital de Rosario ha publicado recientemente una entrevista al artista plástico Mario Domínguez Teixeira, quien recibe diariamente a maestras y estudiantes, los invita a recorrer la isla, conversar sobre los humedales y conocer los pueblos originarios que habitaron la zona.
La periodista Paulina Schmidt realizó el mismo recorrido que Mario propone a las escuelas desde hace más de veinte años a través del proyecto educativo “Humedales del río Paraná”. “Un entorno maravilloso donde conviven la historia y el recuerdo de su padre —el reconocido pintor Raúl Domínguez— y la puesta en valor de las costumbres y cultura de los pueblos originarios”, describe en la nota.
Una tupida arboleda protege de manera natural al lugar de posibles desbarranques y desde el agua no deja ver el cartel que indica la llegada al centro cultural. “Siempre digo que somos cinco corazones, porque tratamos de mostrar lo que nos ofrece la naturaleza con recursos de la isla”. Así presenta a su querido lugar el pintor que trabaja con los colores de los pueblos originarios y siempre estuvo vinculado con la educación.
En el Centro Cultural Isla Charigüé puso en marcha este proyecto que se convirtió en el primer museo de sitio en los humedales, ubicado a orillas del arroyo Lechiguanas y frente a la ciudad de Rosario, un espacio verde perteneciente al departamento Victoria (Entre Ríos).
Luego de la pandemia y la bajante, el proyecto educativo y artístico “Humedales del río Paraná” destinado a escuelas y público en general retoma este año sus actividades en el Charigüé, un lugar de conocimiento y recreación para quienes disfrutan de la naturaleza de la región, en armonía con el territorio, el río y sus humedales.
Desde el año 2000 llegan en lancha grupos de escuelas procedentes de Rosario y la región dispuestos a pasar un día distinto, disfrutar del contenido artístico y cultural que propone este maravilloso espacio y también conocer de cerca la problemática territorial interpretando las acciones y el comportamiento del río. “El objetivo es ofrecer una mirada interpretativa y crítica, y por sobre todo con la forma de ver el mundo que plantean los pueblos originarios que fueron parte de esta región y que nos dejaron importantes enseñanzas vinculadas a la preservación y cuidado”, explica el autor de este proyecto y además guía de cada recorrido.
A principios de año, el artista presentó junto su esposa Lidia Godoy —profesora de literatura y latín— el libro Cultura humedales del río Paraná, un manual que reúne en dos tomos las experiencias vivenciales y pedagógicas vinculadas con la cultura del río, y la obra artística de la pareja, que incluye una breve gramática del guaraní de la región escrita por la educadora. “Este material ha sido pensado para las escuelas que visitan nuestro espacio como un modo de contribuir a sus prácticas áulicas ante una realidad que nos pertenece, nos define y nos acerca a nuestra cultura”, explican los autores en el prólogo del libro.
“Tenía ganas de hacerlo para mostrar los cuadros y dejar registrado la propuesta del centro cultural. También porque cada vez que venían las maestras me preguntaban qué bibliografía podían encontrar”, agrega Domínguez. El proyecto “Humedales del río Paraná” fue declarado de interés cultural por el Ministerio de Cultura de la Nación, de interés artístico y cultural por la Comisión de Cultura y Educación del Consejo de Rosario; y recientemente de interés legislativo por la Cámara de Diputados y Diputadas de la provincia de Santa Fe, iniciativa impulsada por los diputados Maximiliano Pullaro y Juan Cruz Cándido.
Amantes de la naturaleza
Experimentado conocedor de las islas desde pequeño, el artista e hijo del “pintor de las islas” Raúl Domínguez supo expresar y transmitir a través de las artes plásticas su amor por la naturaleza y los valores para respetar y preservar el río y sus humedales.
“Me hice al lado de mi viejo, de niño lo acompañaba cuando venía a pintar, pasaba todo el tiempo en la isla y fui muy feliz jugando con los chicos de la isla, caminando y pescando. Casi todas las vacaciones nos instalábamos acá, y recuerdo que cuando regresaba a la ciudad veía las calles angostas y todo reducido”, cuenta emocionado.
Algunos murales pintados por su papá, patrimonio del Estado, continúan exhibidos en el hall de entrada de La Fluvial y otros permanecen en el museo “El Paraná y sus islas”, otro proyecto cultural creado hace más de cincuenta años, propiedad de todos los herederos de la familia Domínguez y que por el momento se encuentra sin actividad.
Guía cultural y mitológica
Domínguez guía el paseo por los diferentes espacios que propone el centro cultural. Una charla introductoria sintetiza primero el paso de los antiguos y actuales pobladores del río, cita narraciones míticas y de a poco entusiasma al grupo con historias acerca de la flora y fauna del lugar.
“Conversamos sobre la problemática territorial de los humedales, el río Paraná como productor de inestabilidad y equilibrio, y el significado que tiene la creciente como regulador y protector de los humedales, sedimentos y erosión”. El pintor aporta un dato interesante y curioso que muy pocos conocen. “El antiguo cauce del río Paraná pasaba por el Iberá, luego se fue el sedimento y lo fue tapando hasta formar la laguna”, dice.
Conocer un poco la historia de la comunidad del Charigüé, observar mapas de la región y descubrir la gran variedad de peces del Paraná son algunas de las actividades que propone el museo. También sorprenderse con las costumbres de la fauna a través de los restos de huesos encontrados por Domínguez, como la cabeza de un dorado, ostras de río y la púa de una raya; cueros de carpinchos, lobito de río, nutrias o serpientes.
Ingresar a una cocina típica islera hecha de barro enchorizado y techo de paja siempre despierta asombro entre los visitantes. “La creciente del año 1998 deterioró todo y cuando empecé a trabajar en este proyecto, el primer rancho construido por mi padre en el año 1950 estaba muy deteriorado, por eso ya no está. Este que vemos hoy lo construyó unos años después”, recuerda el artista.
Los restos arqueológicos de los chaná y guaraníes, sus instrumentos musicales, artesanías y cestería ocupan uno de los espacios de la muestra. “Los guaraníes son excelentes tallando madera y armando cestería con caña tacuara”, prosigue.
Cada objeto exhibido en el museo sorprende por su historia y puesta en valor. Pero mucho más el pequeño altar de la capilla que el artista fundó al iniciar el proyecto, a pedido de la comunidad del Charigüé, tradicionalmente católica. Reconocida por la parroquia de Victoria, desde su creación hasta la actualidad se realizan bautismos, comuniones y confirmaciones.
Mirador de los humedales
Caminar por los senderos hasta donde termina el albardón y ver aparecer las zonas bajas de los humedales significa para los niños y las niñas empezar a tomar conciencia sobre su preservación y entender qué aspectos involucra un término que escucharon repetidas veces en el último tiempo. También pueden encontrar plantas acuáticas diversas, pajonales y acceder al avistaje de fauna.
“A los chicos les encanta la mitología, también el paisaje y caminar por estos lugares. En realidad les mostramos cómo perciben los indígenas el mundo a través de su religiosidad para entender cómo ellos cuidaban el medioambiente y ese entorno natural, algo que para ellos tiene alma”, destaca el guía, que se ocupa también de mantener el predio, hacer la poda y cortar el pasto.
Los visitantes también observan las construcciones realizadas por alumnos y alumnas de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Nacional de Rosario (UNR) en el marco de un convenio que está vigente desde el año 2007. Se trata de una maestría de la arquitectura del paisaje que aborda la problemática de los humedales y todos los años propone recorridos por el centro cultural. Realizan relevamientos, investigan objetos y se involucran con el territorio. La cátedra lanzó hace unos años la propuesta de construir algo para que los estudiantes metan mano en los materiales. Domínguez destaca en este sentido un pequeño anfiteatro donde se sientan las escuelas a escuchar la charla, una hospedería y un horno de barro.
Arte al aire libre
Las coloridas obras de Mario Domínguez Teixeira cuelgan de árboles y contrastan con el verde típico del paisaje. Reflejan mitos de la región, de los guaraníes y la comunidad qom, y también se relacionan con la preservación y el cuidado del territorio.
Cuando una escuela visita el centro cultural, el artista plástico dispone sus cuadros por todo el predio que tiene una dimensión aproximada de 50 por 100 metros. Se trata de gigantografías, en su mayoría obras que fueron pintadas con la técnica digital con aerógrafo y otras de cuadros que alguna vez fueron pintados al óleo. “Estoy intentando incorporar otra técnica con materiales como el cemento, y utilizar objetos del lugar que duran mucho más y se pueden dejar al aire libre”, adelanta.
Una caminata por la costa del arroyo llega hasta la escuela de la isla, la Nº 26 Leandro N. Alem, que tiene una historia muy particular desde su fundación hasta su actual localización en un predio donado por la familia Domínguez. Algunas fotos muestran en el museo su historia con las primeras imágenes de numerosos grupos de estudiantes. “La población local se redujo mucho y hoy solo asisten 17 estudiantes”, apunta el artista y educador.